El documental de Ricardo Pachón Triana Pura y Pura ha sido nominado, en la categoría de mejor largometraje musical, para los premios Grammy Latinos 2014. La gala en la que se conocerán los ganadores definitivos se celebrará en Las Vegas el próximo 20 de noviembre.
La obra que, además de críticas positivas, ya ha cosechado innumerables nominaciones y galardones, se ha convertido en una de las más grandes y agradables sorpresas cinematográficas del año y sigue sumando éxitos.
Entre otros muchos e importantes logros, Triana Pura y Pura consiguió el premio Imagenera 2013, Concurso de Creación Documental sobre la Memoria de Andalucía, y nada menos que ocho nominaciones a las Premios Goya, acaparando el de mejor película, dirección, guion original, dirección de producción, dirección de fotografía, montaje, mejor y mejor película documental.
La cinta nos cuenta con detalle y un genial hilo argumental como en los años 50 los gitanos de Triana fueron expulsados de su, hasta entonces, barrio. Este hecho originó una dispersión de las familias, vecinos y amigos que hasta ese fatídico momento habían convivido en paz por las calles del emblemático barrio sevillano, dándole un toque de personalidad cultural y musical que se desvaneció por obra de los políticos de la época, que con la excusa del mal estado de algunas casas escondieron el verdadero motivo de esa brutal dispersión, que no era otro que un movimiento especulativo inmobiliario, dada la revalorización que alcanzarían esos suelos muy poco tiempo después.
Esta entrañable película, inédita hasta que Ricardo Pachón le dio la oportunidad de ver la luz, y así todos supiéramos lo que aconteció en esas casas y a esas familias, celebra el fin de una “estirpe indomable” en una velada única de flamenco y alegría hecha un auténtico canto a un mundo desaparecido.
En 1983 se reunirían para su última gran fiesta. La grabación de ese espectáculo, de unas dos horas, se complementa con fotografías históricas de la expulsión de los gitanos de sus casas y con los testimonios de personas como la bailaora Matilde Coral, esposa del bailaor, Rafael el Negro; José Lérida; el genial Manuel Molina, pareja artística de Lole Montoya en esa época; y Raimundo Amador, que era un niño que vivía en unos toldos en la periferia de Triana hasta que lo llevaron a las casas de Uralita. El propio director actúa también como hilo conductor de la cinta, ya que lo vivió todo en directo.
La sorpresa es que ya no se conocía este tipo de flamenco, había caído en el olvido, comenta abiertamente Pachón cuando se le cuestiona por los contenidos de la que ya es una joya cinematográfica histórica, que por fin desvela la verdad de esas actuaciones en un barrio, entonces modesto y creativo, que se convirtió en lugar para vivir de clases mucho más pudientes y en negocios millonarios para especuladores inmobiliarios y políticos de la época.
Una muestra de la importancia para el flamenco de Triana Pura y Pura es el hecho de que el mismo Farruquito, al disfrutar de la cinta cambió su forma de entender el flamenco y de bailar, dándose cuenta de que no hay que correr tanto ni pegar tantos botes sobre el escenario, dando paso a una forma más pausada y menos circense de interpretar el noble arte del flamenco.