Después de un accidente de tráfico se puede seguir viviendo, pero “por supuesto que no es la misma vida que tenías. Se puede disfruytar muchísimo, no se acaba la vida, que es lo importante y si le echas mucha hambre sí es verdad que vuelves a hacer una vida normal o casi normmal”.
Es Antonio Valero quien responde, postrado en una silla de ruedas para siempre por ese accidente de moto que sufrió el 4 de septiembre de 2006 del que salió vivo, pero con la médula espinal rota.
Y cuando ocurren esas cosas suelen estar los que te quieren, los que parecían que te queríanpero se fueron y los que pasan indiferentes sobre el problema de los demás. “Yo soy una persona positiva que intento olvidar lo malo y quedarme con lo bueno porque lo malo no te sirve de nada. Siempre he intentando pensar que si tiene un problema tiene arreglo, cómete el coco, pero no mucho y arréglalo y si no tiene arreglo para qué te vas a comer el coco. Vive la vida”.
Antonio es un ejemplo de mala suerte en la carretera porque no iba a una velocidad excesiva, 40 kilómetros por hora en una moto. “Fue la tontería más grande de mi vida. Yo entré en curvas mucho más rápido, en esa curva en especial solía hacerla a 80 ó 90 kilómetros por hora cinco o seis veces al día. Y l día que menos prisa tenía me distraje. Por eso pienso que los accidentes se producen porque vamos haciendo el tonto o vienen haciendo el tonto. No pensar en conducir fue la tontería más grande de mi vida”.
La fatalidad está en cualquier sitio “y no hay velocidad pequeña, que aprendan los que todavía están a tiempo. A la carretera hay que tenerle el respeto que se merece. Un coche o una moto son armas de matar y hasta que no aprendemos a usarlas correctamente no podemos disfrutar de ellas”.
Antonio Valero es hoy una persona muy importante en la sociedad porque tiene un fin y un objetivo, concienciar a gente de su edad de que pueden evitar vivir -en el mejor de los casos-en una silla de ruedas. “Importante no sé si lo soy, pero sí sé que ayudar, ayudo. Y no es por esta charla sino por los proyectos de educación vial en los colegios que hacemos que imparte Aesleme. Este año ha llevamos unos 600 niños entre 12 y 18 años a los que les estamos enseñando cómo se utiliza un cinturón, un casco, el airbas y para qué sirven esas cosas. Y que ellos elijan ponérselas o no, porque si los obligan no van a querer, pero si les enseñas para qué sirve, ellos mismos los solicitan y cada vez tendrán más cuidado”.
No se trata de meter miedo
El representante de International Road Safety Academy (IRSA), Antonio Vigil, reconoce que el programa que llevan a cabo, la parte denominada road show, es impactante, pero “no se trata de meterle el miedo en el cuerpo a nadie, pero sí que los jóvenes comprenden, sientan lo más parecido a lo que ocurre en un verdadero accidente de tráfico”.
Y es que la road show comienza y termina como puede comenzar cualquier día o cualquier noche en la vida de un joven y termina como algunas veces y desgraciadamente termina. La exposición comienza con un pinchadiscos, se reproduce el ambiente de una discoteca y se van dando todos los pasos que finalizan en coger el coche o la moto cuando ya no se está en condiciones de conducir. Cuando las posibilidades de tener un accidente han aumentado exponencialmente.