El mes de noviembre y cada 25 de noviembre en particular, es el momento en que toda la sociedad se para a reflexionar sobre la violencia de género. Las causas de la violencia de género no son sencillas, detrás de esas muertes hay todo un entramado de discriminación en el que efectivamente toda la sociedad ha sido cómplice.
La sociedad entera tiene en sus manos, por tanto, combatir la violencia de género. La violencia de género fue definida por las Naciones Unidas en el año 1993 como “Todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para las mujeres, inclusive las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de libertad, tanto si se producen en la vía pública o privada”.
Es fundamental la definición que proporciona Naciones Unidas porque sitúa la violencia de género como algo que afecta a las mujeres sólo por el hecho de ser mujer.
Lo que cabe preguntarse ahora es por qué es algo que sólo afecta a las mujeres y qué significa en sociedades como la española el hecho de ser mujer. Por qué sigue ocurriendo a pesar de no existir ninguna norma ni discriminación explícita contra la mujer.
Y sin embargo, y escandalosamente, los asesinatos de mujeres perpetuados por sus parejas o ex - parejas, siguen ocurriendo del mismo modo, forma y número.
Las noticias deberían hacer reflexionar sobre la ideología que hay detrás e invitar a toda la población a combatirlo. La implicación va más allá de incluir un número de teléfono cada vez que se hable de maltrato.
Además, los puestos claves de poder son ocupados mayoritaria o exclusivamente por varones. Eso es lo que ocurre en nuestra sociedad a pesar de los esfuerzos: las caras del poder económico, político o religioso siguen siendo en su mayoría de hombres. Aquellos que se encuentran atrapados en las estructuras y en la dinámica del patriarcado buscan dominar no sólo a las mujeres, sino también a los demás hombres.
Por otro lado, existe otro tipo de violencia, casi imperceptible, a la cual nos encontramos sometidas todas las mujeres desde que nacemos: la violencia simbólica. Esta violencia es la que recibimos desde los medios de comunicación, la educación, la moda, como objeto sexual, donde además las mujeres debemos ser bellas, flacas, siempre jóvenes, estar a la moda. No obstante, son mayoritariamente las mujeres quienes soportan gratuitamente las tareas de sustentación básica, como los cuidados, la alimentación, la higiene, etc. de toda la familia.
Las mujeres son también las que padecen más la pobreza o falta de recursos económicos, por no hablar de la trata y explotación sexual de mujeres y niñas, donde España figura como de los principales destinos según la ONU.
Por delante queda la tarea de concienciación, de desnaturalizar prácticas comunes o habituales y de construcción de otras nuevas, de nuevas relaciones más humanas e igualitarias, equitativas sin ningún tipo de discriminación o explotación, que sin embargo estoy convencida de que lograremos.