Así es como Palomo percibe esta obra en la que el lector “se va a tropezar con momentos de reflexión, de agudezas de escritores y de reflexiones que ya no funcionan”, explicó el dibujante, que se encuentra estos días en España, en una entrevista con Efe.
Literatos (Fondo de Cultura Económica) también da título a la exposición que acoge estos días La Fábrica del Humor de la Fundación General de la Universidad de Alcalá –enmarcada en la programación del Festival de la Palabra– donde se pueden contemplar, hasta el 17 de mayo, más de cincuenta piezas de esta fusión entre literatura y dibujo.
“Un paseíllo por la república de las letras siempre es bienvenido”, explica Palomo al contar cómo surgió la idea del libro. Borges, García Márquez, Flaubert, Voltaire o Faulkner son algunos de los literatos que comparten espacio con las viñetas de Palomo, lector voraz que no duda en conectar, con ironía y mordacidad, su pluma con sus lecturas.
Palomo se adentra en el proceso de escritura, en los límites entre realidad y ficción y en la unión entre el escritor y sus lectores a partir de la confrontación de citas literarias, siempre con una visión crítica de la profesión.
“El libro está hecho con mala leche, pero una leche de excelencia, preferente”, bromea el artista. Y todo esto para decir que “escribir no es llegar y contar letras” y que “algo más tiene que ocurrir para que haya un hecho literario”, algo que según el dibujante “no siempre está contemplado”.
La historia de Palomo con la literatura nace de un encuentro con Pablo Neruda en su escuela, a la que acudían poetas y escritores para presentar sus obras.
“Llegó una vez un señor gordito que empezó a leernos odas a la cebolla y al calcetín. Yo, acostumbrado a hacer dibujos sobre lo que leía, me encontré con la imposibilidad de representar una frase o metáfora de lo que el decía”.
Así recuerda Palomo su primer encuentro con Neruda, con el que volvió a coincidir dos años más tarde: “En ese momento yo había entendido y asumido lo que era la poesía”, confiesa Palomo, para quien la poesía y el humor van de la mano.
Quizás por esa razón, lo primero que hace al llegar a un país es “ver de qué se ríe la gente y qué poesía lee”.