Vivimos en una ciudad territorial y sociológicamente desestructurada. Cada uno de nosotros residimos en nuestros barrios y urbanizaciones sin tener un elemento común que nos integre. Ese nexo debe ser nuestro Centro Histórico.
Todos somos consciente de su estado actual, situación que a nuestro juicio tiene su origen en la política cortoplacista desmesurada del urbanismo residencial de la década de los noventa que supuso su progresiva despoblación que ha culminado en un espacio urbanístico, cultural, social y económicamente degradado y en definitiva, en una zona carente de vida propia.
El plan especial de protección y reforma interior del conjunto histórico y entorno de el Puerto de Santa María, PEPRICHE, un documento esencial para la recuperación del Centro Histórico que consideramos que está tardando demasiado en salir a la luz, proporciona algunas claves de cómo debe ordenarse, fundamentalmente desde el punto de vista urbanístico y de protección, pero es tremendamente tibio al tratar la cuestión que bajo nuestro punto de vista debe ser una de sus directrices prioritarias, la repoblación del Centro Histórico.
El único mecanismo existente para obligar a la intervención en fincas urbanas es el Registro Municipal de Solares. La lentitud del procedimiento ha producido que su uso efectivo no de los resultados pretendidos. Sin embargo, nuestro Ordenamiento Jurídico dispone de nuevos mecanismos en manos de la Administración Municipal, con un procedimiento de aplicación mucho más rápido y eficaz, como es el régimen de venta forzosa por incumplimiento de los deberes urbanísticos.
De esta forma se establece la necesidad de conservación en buen estado de las fincas como un deber urbanístico y su incumplimiento puede dar lugar a la aplicación de la venta forzosa o expropiación.
Especial atención en este aspecto es el parque de viviendas o edificios que está en manos de entidades financieras que las ha adquirido por el procedimiento de embargo con la consiguiente despreocupación por su parte.
A pesar de lo expuesto, abogaremos por la intervención privada voluntaria, a través de una Ordenanza Municipal de Fomento de Rehabilitación con la puesta en marcha de una oficina técnica que posibilite no solo herramientas metodológicas, sino económicas a través de fondos autonómicos, estatales y europeos.
A la vez que se implementan estas medidas tendentes a la repoblación, es necesario activar un Plan Integral del Casco Histórico potente que sea capaz no solo de mejorar la calidad de vida de los vecinos de este territorio, sino que a su vez, sirva de nexo común de todos los portuenses, para que entre todos, podamos conformar un centro histórico social, cultural y económicamente atractivo que consiga adquirir el carácter emblemático que se merece, configurándose como punto de referencia obligado de la ciudad con entidad, singularidad y personalidad propia.