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Jueves 14/11/2024
 
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Jaén

El embajador estaba allí

José Cuenca, nacido en Iznatoraf, glosa ahora su amplia trayectoria en el mundo diplomático en el libro “De Suarez a Gorbachov. Testimonios y confidencias de un embajador” (Plaza y Valdés Editores), una obra que será presentada esta tarde, a partir de las 19 horas, en el Aula de Cultura de la Diputa

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  • José Cuenca. -

Usted ha sido el único embajador occidental que ha vivido, durante más de cinco años, la ascensión, la crisis y el final de la perestroika. Entre los diplomáticos extranjeros, nadie como usted puede dar fe de tales hechos”. El expresidente ruso Mijaíl Gorbachov se refería así al diplomático jienense José Cuenca que, como embajador en la Unión Soviética y más tarde de la Federación Rusa, fue testigo privilegiado del final de la perestroika y de todos los cambios que convulsionaron la Europa del Este.

José Cuenca, nacido en Iznatoraf, glosa ahora su amplia trayectoria en el mundo diplomático en el libro “De Suarez a Gorbachov. Testimonios y confidencias de un embajador” (Plaza y Valdés Editores), una obra que será presentada esta tarde, a partir de las 19 horas, en el Aula de Cultura de la Diputación con la presencia del presidente de la institución provincial, Francisco Reyes, del director del Instituto de Estudios Giennenses (IEG), Pedro Galera, y del cronista oficial de Jaén, Vicente Oya.

“No son unas memorias. Son testimonios directos sobre acontecimientos clave que un embajador de España ha visto con sus ojos”, asegura José Cuenca en el prólogo del libro, donde relata los encuentros mantenidos con dos personajes que marcaron el destino de sus respectivos países: Gorbachov y Adolfo Suárez. “Cuando, en septiembre de 2001, me confesó que padecía lesiones cerebrales irreversibles, Adolfo Suárez me colocó la mano sobre el hombro, con una sonrisa de tristeza y la boca fruncida en un gesto que yo conocía bien, donde se enseñaban las amargas cicatrices de la vida”, indica Cuenca sobre el expresidente del Gobierno español, personaje clave de la Transición.
Para José Cuenca, “Suárez pilotó el tránsito hacia la libertad, con audacia, determinación y talento.

Luego, cuando vio que lo habían dejado solo, presentó su dimisión. En esa soledad, bien pudo haber dicho con Malraux: miré a mi alrededor y descubrí la condición humana”. Y sostiene que “el fin de la Unión Soviética fue una sacudida telúrica que conmovió, hasta los cimientos, el orden internacional. Un acontecimiento geopolítico de alcance planetario, sobre el que yo puedo afirmar lo que dijera Goethe, testigo presencial, tras la batalla de Valmy: un mundo se ha hundido delante de mis ojos. Yo estuve allí y lo vi”.

José Cuenca ingresó en la Escuela Diplomático en 1964. En 1978 fue nombrado director del gabinete técnico del ministro Marcelino Oreja y posteriormente fue embajador en Bulgaria, Unión Soviética, Grecia, Canadá para acabar, en 2004, como Embajador en Misión Especial para Asuntos de Medio Ambiente.
Antes de este obra, José Cuenca hizo varias incursiones literarias con libros como “Sierras, perdices y olivares” (1996), “La sierra caliente” (2003) y La noche de bodas. Relatos de Cazorla y Segura” (2010), así como el ensayo titulado “Encuentros de un embajador con don Quijote” (2008).

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