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Martes 12/11/2024
 
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Provincia de Granada

El hallazgo en Egipto del vestigio de cáncer de mama más antiguo evidencia su prevalencia hace miles de años

Según ha incidido Jiménez, este hallazgo puede ser la "punta del iceberg" de lo que esconde Qubbet el-Hawa, que, según ha dicho, tiene un "gran potencial" desde el punto de vista antropológico

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El hallazgo del vestigio de cáncer de mama más antiguo del que se tiene constancia en la necrópolis de Qubbet el-Hawa, en la región egipcia de Asuán, ha revelado la prevalencia de esta dolencia desde hace miles de años, concretamente desde 2.200 a.C., tras unas excavaciones en las que han participado investigadores de la Universidad de Granada y Jaén que han evidenciado además que las enfermedades infecciosas equiparaban a las clases sociales en el Antiguo Egipto, ya que tanto clases altas como bajas morían por las mismas causas.

   Así lo han señalado en rueda de prensa el director del equipo multidisciplinar que ha intervenido en la tumba, el doctor en Historia Antigua de la Universidad de Jaén, Alejandro Jiménez, y el director de Antropología de la Universidad de Granada, Miguel Botella, quienes han indicado que la mujer que padecía el cáncer tenía entre 30 y 40 años y era de la clase dirigente de Elefatina, la ciudad más meridional del país.

   El esqueleto de la mujer, hallado por sorpresa en la tumba QH33 de la necrópolis mientras se trabajaba en adecuar un camino turístico, revela además que ésta padecía una osteoporosis muy importante, y que permaneció por tanto mucho tiempo inmovilizada (un año o dos), para lo que necesitó la ayuda de un grupo de gente de su entorno. No se tienen datos de su identidad, pero sí, y teniendo en cuenta que su tumba estaba excavada en la roca, que pertenecía a las clases más altas de Elefantina, donde sólo 4 ó 5 familias conformaban la clase dirigente, unas 150 personas.

   Según ha incidido Jiménez, este hallazgo puede ser la "punta del iceberg" de lo que esconde Qubbet el-Hawa, que, según ha dicho, tiene un "gran potencial" desde el punto de vista antropológico.

   Por otro lado, Botella ha destacado la importancia del hallazgo del vestigio de cáncer de mama, que provocó metástasis por todo el cuerpo de la mujer, porque ha revelado que la enfermedad tiene "las mismas características" que en la actualidad. De hecho, según ha indicado, el número de cánceres detectados actualmente son los mismos que hace 50 años, por lo que lo que ha cambiado es el tratamiento, pero no la enfermedad.

   También ha explicado que, hasta la fecha, la noticia más antigua del cáncer de mama que se conocía databa del año 1600 a.C., es decir, 600 años después del que han encontrado en esta excavación."Además, esta enfermedad aparece descrita en el conocido Papiro Smith, pero hasta ahora no se ha podido disponer de la evidencia. Nuestro hallazgo nos ha permitido disponer de ella en forma del esqueleto completo de una mujer, de época aún más antigua (hace 4200 años), que ahora estudiaremos minuciosamente".

   Por otra parte, el investigador ha señalado que el análisis de los restos hallados en el yacimiento, durante la séptima campaña de excavación que se inició el pasado mes de enero, "demuestra que los habitantes del Antiguo Egipto vivían mucho peor de lo que nos podrían indicar sus grandes monumentos, y padecían numerosas enfermedades infecciosas que mermaban su esperanza de vida".

   No en vano, el equipo de antropólogos que ha participado en esta excavación, en el que también se encontraba el investigador de la UGR Ángel Rubio, ha identificado en las momias de la necrópolis muchas enfermedades infecciosas (como brucelosis o fiebre de Malta); marcas de violencia; tumores; enfermedades degenerativas (artrosis) y anquilosis de miembros.

   "Debido a estos procesos infecciosos, la mitad de la población egipcia moría antes de cumplir los 5 años", ha indicado Botella, que ha señalado que este tipo de enfermedades eran comunes en el Antiguo Egipto tanto a las clases más altas como a las más bajas. En ese sentido, ha recordado que hubo gobernadores que murieron con 17 años, o con 25, y que el propio Tutankamón falleció a los 17 años por una enfermedad infecciosa.

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