Con 70 puntos, a uno del mejor registro histórico de puntuación, y quintos en Liga y con todo favorable para protagonizar la cuarta final de una Europa League en la última década. Poco o nada se le puede reprochar a este Sevilla de Unai Emery que ha conformado un gen ganador digno de alabar, a pesar de que aún no ha logrado nada más allá de lo conseguido hace ahora un año.
Así, tras el traspiés en forma de empate en Balaídos que deja casi sentenciado el cuarto puesto liguero a favor del Valencia, los nervionenses tienen en la Europa League su principal objetivo de la temporada. Que además como todos saben sería por partida doble, puesto que amén de levantar un nuevo entorchado europeo, con todo lo que ello ya conlleva, el equipo disputaría la próxima edición de la Liga de Campeones, objetivo esencial para ganar en prestigio y en lo económico.
Para ello, primero este jueves debe terminar de rematar la faena de las semifinales frente a la Fiorentina en tierras italianas, teniendo en cuenta que el Sevilla ha perdido los dos duelos oficiales disputados hasta la fecha en el país transalpino (1-0 contra el Parma y 1-0 ante la Sampdoria), aunque ambos le bastarían para aseverar el pase a la final de Varsovia.
Y es que pocos, por no decir nadie, creen que el conjunto de Unai Emery no vaya a estar en la finalísima tras el 3-0 de la ida, que obliga a los de Florencia a sumar cuatro goles para dar la campanada y teniendo en cuenta que los de Nervión no anoten ninguno.
Con todo ello más el excepcional momento de forma que atraviesan los sevillistas también a domicilio parece casi inevitable que la afición no comience a organizarse para desplazarse a Polonia. Y es que en concreto ya son nueve los partidos consecutivos sin caer lejos del Pizjuán. Desde la derrota de Anoeta, el Sevilla no conoce la derrota a domicilio, tres de ellos en Europa League ante Borussia, Villarreal y Zenit. El balance es de seis victorias y tres empates. Ahora sólo falta ponerle la guinda en el tramo final.
