Dos toros, dos faenas importantes marcaron el vértice de una corrida cuyo contenido más relevante ocurrió en la segunda parte del festejo. Usando la frase evangélica, el buen vino llegó al final. Tras el atracón de la opípara merienda el público saboreó la tauromaquia de Talavante y la torería y capacidad de El Fandi. Hermoso de Mendoza aprovechó el noble segundo de su lote y encandiló al personal.
La corrida empezó con la actuación del rejoneador navarro, vestido a la usanza rondeña, que no tuvo enemigo en su primero, querenciado en tablas. Colocó banderillas a distancias cortas y con Pirata -el caballo- dejándose llegar y pegado a las tablas colocó rehiletes muy reunidos. Un pinchazo de descabello acabó con su función, pero en el cuarto echó la peonada ante un toro que, en principio, salió algo parado, pero que fue a más en el tercio de banderillas. De nuevo Pirata surcó los mares del caballo valiente sobresaliendo pares precedidas de piruetas. Aprovechó para dibujar ajustados recortes en la cara de la res. Con el público entregado, mató sin puntilla y a sus manos les fue entregado el doble apéndice.
Al primero de lidia de a pie, para El Fandi y que salió suelto de los lances, lo recibió con dos largas cambiadas. La variedad que imprime a su capote hizo dibujar un quite por tafalleras. Ante un público esperándole en banderillas, mostró su excelsas cualidades en el tercio de banderillas. El toro, que humillaba, fue a más. Lo aprovechó en series de derechazos cargando la suerte. Fue saborido -su nombre, además- por el lado izquierdo. Tras molinetes de rodillas con el toro rajado, atacó dejando una estocada sin puntilla, pidiéndose la segunda. El quinto, de Salvador Domecq, sustituto de los anunciados de García Jiménez, fue un buen toro, aunque acusó el puyazo y el habitual tute de banderillas, pero le ayudó para dibujar una labor con la muleta, toreando por bajo y aprovechando la excelente caridad al humillar. Su particular toreo reverdeció por su entrega y cercanía. Cortó las dos orejas tras una estocada.
Despacioso y relajado con el capote saludó Talavante a su primero, que apretó en banderillas, pero que en la muleta no transmitió nada, soso y bajo de raza. Y se encontró con Talavante, que hizo una faena como unas papas aliñás sin sal. Cerró con brevedad y puso al público en espera del último, que fue el del lío. El animal, de justo trapío, tomaba el capote con alegría. De ahí cinceló un quite con chicuelinas perfecto en los medios. El trasteo tuvo de todo: serie de derechazos, tandas con la izquierda muy lentas, donde la luminosidad y los remates por bajo fueron de auténtico lujo y de belleza pictórica. Las bernardinas postreras, todo un clásico de Talavante, tuvieron su sello personal. Tanto llegó la faena al respetable, que éste le premió con palmas al compás por bulerías. El toro colaboró y el pacense rubricó su faena con una certera estocada que le valieron el billete para abrir la Puerta de Feria. Por allí se fueron los tres en olor de multitudes y la gente, contenta.
Ficha técnica:
Ganadería: Se lidiaron reses de García Jiménez, el sexto de Peña de Francia, y Salvador Domecq. Para rejones, dos toros de Fermín Bohórquez, rajado el primero y con nobleza y movilidad el cuarto, aplaudido en el arrastre. De los lidiados a pie, sobresalieron el de Domecq lidiado en quinto lugar y el de Peña de Francia, en el sexto, aplaudidos en el arrastre.
Matadores: El Fandi, oreja, con petición de la segunda, y dos orejas; Alejandro Talavante, silencio y dos orejas. Rejoneador: Pablo Hermoso de Mendoza, ovación y dos orejas.
Incidencias: Segunda de abono. Poco más de un tercio de entrada.