Cuenta José Miguel Prieto, exfutbolista profesional del Sevilla FC y padre de la jugadora del CB Conquero Alba Prieto, una anécdota que puede resumir lo mucho que queda por avanzar para que el sistema educativo tenga en cuenta la importancia de auspiciar al alumnado que apunta a ser deportistas de élite. Resulta que el pasado curso, estando Alba en el IES Alonso Sánchez de la capital onubense, fue suspendida en Educación Física por no poder entregar un trabajo teórico al estar convocada por la selección nacional sub 16: “Hemos vivido con el profesorado de mi hija situaciones muy difíciles”, lamenta Prieto.
Esta situación particular sintetiza uno de los aspectos que el sistema ha de mejorar para proteger la proyección de deportistas que apuntan a la élite como Alba Prieto, y sirve para poner sobre la mesa otro aspecto fundamental en la educación de jugadoras en progresión: la necesidad de formación. Es uno de los temas de conversación que esta semana compuso el menú de la tertulia ‘Ellas son la élite’ en Guatiné, aderezada por una exquisita tabla de comida japonesa, y en la que, junto a Antonio Quintero, segundo entrenador de la primera plantilla del Conquero y técnico de la cantera conquerista, también se habló de la importancia de la influencia familiar y el entorno, la salud que lleva consigo la práctica deportiva y lo fundamental que es divertirse en todo en general y en la práctica del baloncesto de élite en particular .
Educar para el deporte
Alba Prieto nació hace 16 años en el seno de una familia deportista. Su padre, José Miguel, fue uno de los referentes durante muchas temporadas de la defensa del Sevilla FC, y con sus tres hijos, junto a su mujer, “hemos intentando que vivan en un ámbito deportivo, que sean capaces de prolongar la práctica deportiva”. En su caso, tiene una hija precoz en el baloncesto, que conjuga capacidad táctica y física, y que la temporada pasada, con 15 años, debutó en la máxima categoría del baloncesto femenino nacional. Alba tiene una pequeña ventaja con respecto a otras compañeras. Y es que, amén de sus virtudes innatas, tiene un espejo familiar que le puede mostrar los errores antes de cometerlo: “Yo ya he pasado por lo que puede pasar ella, y eso le puede ayudar a entender lo que es la complejidad del deporte profesional”.
En este punto, Antonio Quintero apunta que tener padres deportistas “siempre ayuda a la educación deportiva, a hacer ver el deporte como algo sano y algo divertido”.
Divertido. Uno de los conceptos fundamentales al que todos debemos aspirar en nuestras acciones, y que en el caso de deportistas en progresión como Alba Prieto debe ser imprescindible. Ella dejó su casa, su familia, su barrio, su entorno y sus amistades de Sevilla cuando tenía 13 años para venirse a Huelva. Todo por un motivo que resume su padre: “Porque se divierte mucho entrenando y jugando. Es una obsesa del deporte, especialmente del baloncesto. Cuando me diga que no quiere jugar al baloncesto, que no se divierte, no jugará más al baloncesto”.
Pero no tiene pinta. Porque Alba Prieto (una de las piezas angulares junto a la cordobesa Andrea Alcántara de la filosofía de cantera con la que Gabriel Carrasco quiere complementar la fortaleza del primer equipo) suma a su amor por este deporte el hecho de que va consiguiendo metas: debut en Liga Femenina, internacional absoluta en las categorías inferiores, pieza clave en la salud del vestuario conquerista... aspectos que la llevan a irse consolidando en una disciplina donde, como se apuntó al principio, la formación extradeportiva juega un papel fundamental para que el poco apoyo económico no frustre la carrera y la ilusión por jugar de chicas como ella.
Formación y estructura
Prieto padre es muy crítico con las herramientas de las que dispone el sistema para favorecer la progresión de deportistas como su hija. Al principio, se resumió una anécdota muy esclarecedora, y además el exjugador de fútbol considera que “en España no estamos preparados para formar”, ya que las jugadoras de baloncesto, a sabiendas de que tras su vida deportiva tendrán que ganarse seguir ganándose el pan, “tienen que estar formadas”.
Además de este aspecto fundamental y transversal en el progreso deportivo y personal de Alba, Prieto explica que su familia eligió para Alba la opción Conquero “porque se interesaron por ella, porque las otras opciones eran Madrid y Barcelona, porque el proyecto nos sedujo y porque consideramos que es muy importante la cercanía con la familia para su desarrollo”. El padre de esta estrella en ciernes valora del Conquero que en la actualidad “cualquier jugadora andaluza que quiera crecer tiene que venir aquí”.
Y para seguir creciendo, apuesta por un futuro en el que “se siga afianzando el proyecto hacia este lugar como referencia del baloncesto femenino”, pero para ello “Conquero tiene que tener más ayudas y una estructura preparada para que eso sea así con infraestructuras como residencia para jugadoras e institutos con profesores especializados en tratar con deportistas de élite”.
La ilusión de la juventud
Este amplio análisis fue completado por Antonio Quintero, quien a pesar de su juventud (23 años) tiene una gran madurez para ser partícipe de la gran familia de la cantera y el primer equipo del Conquero. Para él, la presencia de jugadoras como Alba en el primer equipo “es algo muy mo tivante” porque “dan otro matiz a la hora de aportar ilusión y sus ganas de jugar y de crecer suman mucho para la unidad del grupo”.
Por debajo, no se aventura a prever si serán muchas las ‘Albas o Andreas’ que lleguen al primer equipo, pero “hay niñas trabajando por ese objetivo” en un club que sigue creciendo agarrándose en los cimientos de su cantera.