El Gobierno afgano confirmó hoy que al menos diez militares y dos policías fallecieron durante el ataque lanzado por los talibanes contra el aeropuerto de Kandahar, en el sur del país, elevando el saldo de muertos a 64 y el de heridos a 37.
El ministerio de Defensa, que no había informado hasta ahora de los fallecidos de los cuerpos de seguridad, indicó en un comunicado que el número de muertos civiles fue de 38, en un ataque que se inició el martes y que finalizó ayer.
Los 14 asaltantes fueron abatidos en el asalto al complejo, que funciona como base principal de las tropas de EE.UU. en el sur de Afganistán y acoge también el cuartel general de la Policía regional.
"El último terrorista fue eliminado a las 20.15 (15.45 GMT) anoche", indicó el ministerio, al precisar que además 37 personas, incluyendo 17 soldados, 4 policías y 14 civiles resultaron heridas en el ataque.
El ministerio dijo que los heridos fueron llevados a un hospital para ser atendidos.
El portavoz del Cuerpo 205 del Ejército, con base en Kandahar, Mohsen Sultani, dijo a Efe que solo uno de los asaltantes detonó su chaleco con explosivos.
Samim Khpalwak, portavoz del gobernador de Kandahar, indicó a Efe que la seguridad en la zona ha sido restablecida y que la situación "está volviendo a la normalidad", al igual que el aeropuerto internacional que ya ha reanudado sus operaciones comerciales.
El ataque talibán se produjo en coincidencia con el viaje del presidente afgano, Ashraf Gani, a Islamabad para participar en la Conferencia Corazón de Asia sobre Afganistán, donde reiteró su compromiso con el establecimiento de una paz duradera y con las conversaciones con los talibanes que desistan de la violencia.
El asalto frustrado se produjo además apenas 24 horas después de que otro ataque coordinado contra un puesto policial causase la muerte de dos insurgentes y heridas a dos policías también en la misma localidad.
Se trata de una de las acciones más significativas de los insurgentes en lo que va de año, en momentos en que han incrementado su control en varias áreas del país, tras tomar temporalmente el pasado septiembre la ciudad nororiental de Kunduz, su mayor logro militar desde la caída del régimen en 2001.
Desde que finalizó su misión de combate el 31 de diciembre de 2014, la OTAN mantiene otra de asistencia con alrededor de 4.000 soldados, un contingente que triplicará en 2016.
Estados Unidos por su parte tiene 9.800 soldados en el país asiático, de los que cerca de la mitad permanecerán más allá del final del mandato de Barack Obama en enero de 2017.