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Lunes 18/11/2024
 
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Mundo

Irak, entre el Estado Islámico y la pared

El experto en seguridad, el general Husein Ali Saleh, aseguró a Efe que el Ejército iraquí con apoyo de las milicias chiíes "Multitud Popular" y la coalición "Han cumplido muchos objetivos", entre los que destacó "la estratégica refinería de Biyi", la mayor de Irak

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  • Enfrentamiento -

El grupo yihadista Estado Islámico (EI) se mantiene firme en el territorio iraquí a pesar del continuo acoso aéreo de la coalición internacional y las sucesivas ofensivas lanzadas por el Ejército de Irak, un país sumido en una profunda crisis política y económica.

El ejército iraquí, aunque ha logrado este año recuperar amplias zonas de la provincia de Saladino del control del EI, no ha tenido el mismo éxito en Al Anbar, ni ha podido comenzar la esperada campaña para liberar la segunda mayor ciudad del país, Mosul, principal feudo yihadista en su autoproclamado califato.

El experto en seguridad, el general Husein Ali Saleh, aseguró a Efe que el Ejército iraquí con apoyo de las milicias chiíes "Multitud Popular" y la coalición "Han cumplido muchos objetivos", entre los que destacó "la estratégica refinería de Biyi", la mayor de Irak.

Salah agregó que en Saladino la presencia del EI se limita a la zona de Al Sharqat, aunque advirtió de que su liberación debe ir precedida de "cuidadosos preparativos, así como de una gran cooperación entre las fuerzas de seguridad, la Multitud Popular y la coalición internacional" liderada por EEUU.

En la provincia de Al Anbar, los yihadistas resisten en Al Ramadi, cercada desde hace semanas por las fuerzas gubernamentales y que se ha convertido en "el objetivo más importante" en el camino hacia Mosul.

Además de Al Anbar, en esta provincia hay otros dos frentes abiertos, uno en la zona Al Karama, y el tercero en Faluya, a 15 kilómetros al este de Al Karama, y donde yihadistas y fuerzas regulares se enfrentan desde hace más de un año.

En Nínive, cuya capital es Mosul, también se han logrado algunos avances, pero protagonizados por fuerzas kurdas, como la liberación de Sinyar, donde fue izada la bandera del Kurdistán Iraquí y no la enseña nacional.

Precisamente, la diferencias entre el Gobierno central y el autónomo del Kurdistán o los recelos de las tribus árabes suníes de Al Anbar hacia las milicias gubernamentales chiíes Multitud Popular, son factores que dificultan la lucha contra el EI, según sostiene Saleh.

Un estancamiento, que sumado a la fortaleza del EI en Siria, donde el régimen de Bachar al Asad está más concentrado en luchar contra los rebeldes al régimen que contra los yihadistas, permite a los extremistas mantener casi intacto su territorio.

Para el analista político Aziz al Yaburi, Irak sigue sumergido en el conflicto que estalló tras la ocupación estadounidense de 2003 y la caída del régimen de Sadam Husein, sin que ningún gobierno hasta el momento haya encontrado una solución.

El analista explicó que entre las cuestiones pendientes entre los distintos bloques políticos iraquíes destacan la distribución de los beneficios del petróleo, la justicia, la ley de amnistía general, así como las regiones en disputa entre el Gobierno federal y el Gobierno Regional de Kurdistán.

Estos problemas, argumenta Al Yaburi, allanaron el camino para que el EI pudiera ocupar en el verano de 2014 más de un tercio de los territorios iraquíes y proclamar inmediatamente después su califato sobre gran parte Irak y Siria.

Además -apunta- estas disputas, sumadas a la guerra contra el EI, han tenido un grave efecto en la situación económica y financiera, que amenaza con empujar al país a la quiebra, lo que dificultaría aún más la lucha entablada contra los extremistas.

El primer ministro iraquí, Haidar al Abadi, ha intentado poner freno este año al continuo deterioro que se había traducido también en un descontento de la población e incluso de parte del influyente clero chií.

Con una batería de reformas ha tratado de reducir los gastos de las Administraciones, y poner límites a la corrupción administrativa y financiera rampante en el país, reduciendo salarios, así como el número de altos cargos, funcionarios o diputados de la cámara alta del Parlamento.

Para Al Yaburi, estas reformas son un paso en el camino correcto, "pero aún le falta mucha audacia, y un apoyo político y legislativo para transformarlas en leyes y en verdaderas reformas que puedan acabar con las mafias de corrupción impulsadas por los bloques políticos que tienen peso en el país".

Sin una solución política global es difícil vislumbrar una victoria total sobre el Estado Islámico.

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