“Un lugar de cuyo nombre aún puedo acordarme” es la apostilla del filme Quatretondeta, de Pol Rodríguez, que ha debutado en el largometraje con esta “reflexión sobre los orígenes”, un “tratado sobre la memoria”, una “aceptación del pasado” que mezcla la vida y la muerte con mucha comicidad.
Es el pueblo de su familia, muy cerca del alicantino Alcoy, en la actualidad cuenta con unos 87 habitantes y el leitmotiv de este relato que se hunde de lleno en el amor a las raíces de la mano de un elenco artístico de la talla de José Sacristán, Laia Marull, Julián Villagrán y Sergi López.
Esta búsqueda del amor causó gran atracción a José Sacristán, según refirió ayer en la rueda de prensa de presentación de este filme dentro de la Sección Oficial de Largometrajes. Aseguró que esta búsqueda de cosas que dan razón a nuestra manera de entender la vida, los afectos y desafectos es lo que le atrapó de este proyecto.
Sacristán, que encarna el papel del viejo Tomás, cuya mujer ha muerto y su deseo es enterrarla en Quatretondeta, pero la hija de ésta, interpretada por Laia Marull, decide llevarse el cadáver a París, declaró que desde el emblemático filme del año 1965, dirigido por Fernando Palacios La familia y uno más, el cine ha tenido apenas variantes, sólo “técnicas y mecánicas”. “El amor al oficio es una constante; las ganas de trabajar son las mismas”, recalcó.
Por su parte, Laia Marull indicó que su personaje es el que ha tenido la evolución interna “más grande”.
CRÍTICA
'Quatretondeta’ ha puesto sobre la mesa que la comicidad y el drama pueden hacer buenas migas siempre y cuando se parta de una sensibilidad en el tratamiento de los personajes y de las escenas. Reír y emocionarse desde la tranquilidad, sin aspavientos ni a grandes carcajadas.
Cómo es posible que una situación cuanto menos rocambolesca (robo de un cadáver y múltiples peripecias inimaginables) penetre la fibra sensible y nos hace mirar la vida y la muerte con total serenidad.
Pol Rodríguez, que ha firmado su ópera prima con este largometraje, ha sabido ahondar con personalidad y singularidad en territorios prohibidos, como es la pérdida y el amor a los seres queridos.
El cineasta ha puesto el dulzor exacto, medido, el justo para que Quatretondeta destile una paz sin empalagos ni estridencias, salvo algunas excepciones en las que el realizador ha buscado la carcajada más facilona a costa de lo absurdo. Perdonable.
En este encaje equilibrado de emociones ha sido fundamental la sapiencia interpretativa de José Sacristán, que borda el trasunto vital del viejo Tomás ante la pérdida de su esposa. El veterano intérprete tiene la fuerza actoral para sostener el guión y ofrecerlo como pequeños talismanes al espectador.