En concreto, el joven de 31 años afirmó que, “en éstos últimos días hemos ampliado nuestra vivienda y hemos habilitado un dormitorio para cada uno de nuestros hijos”, con edades de 1, 2, 3 y 4 años, “así como un salón cocina, un aseo y dos patios muy grandes”.
Todos estos trabajos “los realizamos con la esperanza de que pronto puedan venir con nosotros nuestros hijos”.
Con ello, añadió, “pretendemos mejorar las condiciones higiénico sanitarias de nuestra casa, que nos consta ha sido uno de los motivos por los que se han llevado a nuestros hijos, para lo que nos han dado un plazo entre tres y seis meses”.
Además, David Santiago afirmó que “personal de los servicios sociales”, pertenecientes al equipo del Menor de Bienestar Social, “ya han visitado nuestra casa y les ha causado muy buena impresión la ampliación que hemos realizado en ella”.
Mientras, Santiago Santiago destacó que, su esposa, Susana Cortés García, “ya ha sido citada por los servicios sociales, para hablar con ella”.
Por su parte, las citadas fuentes de Bienestar Social aseveraron que dicho equipo “realiza un seguimiento a esta familia, con el fin de poder constatar si los cambios que realizan se prolongan de verdad en el tiempo”, todo ello, “siempre encaminado a la búsqueda del bienestar y la normalización de los menores”.
Con trabajo
Cabe recordar que la Junta de Andalucía se ha hecho cargo de los cuatro hijos de la joven pareja, que reside en una vivienda situada en la zona del Botavara de El Rinconcillo.
Según aseguró en aquel momento David Santiago, “nos llevaron engañados a la Comisaría y, durante el tiempo que estuvimos allí, los niños fueron trasladados hasta un centro de la Junta en Chipiona”. Ahora, añadió el denunciante, “nos dan seis meses para que consigamos una vivienda digna y trabajo”.
El joven aseguraba en aquel momento que, en la actualidad se dedica a la venta de chatarra y también al reparto de pizzas.
Con este trabajo, añade, “mis hijos comen a diario y no tienen carencias”. Sin embargo, según David Santiago, el problema “radica en la vivienda que habitamos, que yo construí en El Rinconcillo, después de haberme visto obligado a vivir con mi hija mayor y con mi mujer en una furgoneta”. Con “mucho esfuerzo, construí una habitación, en la que vivimos los seis. Allí comemos y pasamos el día. Además, construí un cuarto de baño en el exterior de la vivienda”.
