Los nuevos hábitos de higiene y consumo han provocado un aumento en el uso doméstico de toallitas húmedas. A esta tendencia se ha sumado el hábito nocivo de arrojarlas al retrete, lo que ha multiplicado las incidencias en la red de saneamiento, provocando un alto coste económico y medioambiental.
Con motivo de la conmemoración del “Día Internacional del retrete”, que anualmente se celebra el 19 de noviembre y reivindica que aún 2.400 millones de personas no tienen acceso a un váter, Emasesa refuerza su campaña con el fin de concienciar a la población sobre el uso de un bien que a día de hoy carecen muchos hogares. El objetivo de esta acción es evitar el arrojo de toallitas al inodoro como un proyecto más enmarcado en su firme compromiso con la ciudadanía, el medio ambiente y la sostenibilidad.
Las toallitas húmedas se han convertido en un problema para la red interior de saneamiento no sólo de las viviendas, sino, en general, de las instalaciones públicas que posibilitan que las aguas fecales sean conducidas hasta las Estaciones Depuradoras de Aguas Residuales (EDAR).
Desde 2015, Emasesa está llevando a cabo un proyecto en su página web y a través de sus redes sociales con diferentes mensajes donde se proporciona una información detallada sobre las consecuencias de esta acción y recomendaciones a seguir para concienciar a la ciudadanía y disminuir el fuerte impacto que provoca.
A pesar de que algunas toallitas son biodegradables, la evidencia es que al sistema le cuesta mucho trabajo asimilar este tipo de residuos, debido a que no se deshacen en el agua y suelen estar compuestos por un conglomerado de fibras que, al contacto con el líquido, pueden aumentar de tamaño y descomponerse en hilachas.
La continua acumulación de residuos sólidos provoca la obstrucción de los bajantes de los edificios a las tuberías que conectan con los colectores generales, pudiendo producirse el rebose de las tapas y el vertido en las calles. El diseño de las tuberías está concebido para albergar sólo agua y, al arrojar materias sólidas como las toallitas, el sistema puede verse afectado, debido a que el agua tropieza con los residuos sólidos, se atasca y discurre más lenta.
Algunas de las consecuencias más directas del estancamiento del agua son los malos olores y posibles problemas de salubridad.
Se trata de un problema del que deben ser conscientes los ciudadanos, y del que se precisa un cambio de mentalidad: los inodoros no son basureros. Desde Emasesa se recomienda habilitar papeleras junto a los inodoros para evitar este mal hábito que afecta tanto al saneamiento doméstico como, en general, a toda la red.
Es responsabilidad de todos mantener la higiene en los inodoros y evitar estos malos hábitos que acarrean importantes consecuencias para nuestro medio ambiente, incrementando los gastos de mantenimiento, los cuales conllevan un aumento del importe de nuestra factura de agua, y produciendo un deterioro del proceso que permite el normal desarrollo del ciclo integral del agua.
Más información en la web de Emasesa y sus perfiles de redes sociales #LasToallitasAlCubo (Twitter, Facebook, Youtube e Instagram)
Los efectos
El arrojo de toallitas húmedas al inodoro provoca daños en los sistemas hidráulicos, que tienen que soportar una mayor incidencia en el día a día de la explotación de la depuradora con considerables sobrecostes técnicos y económicos.
Estos altos costes repercuten en la factura llegando a suponer hasta 6 euros hab/año, un total de 2 millones de euros para una ciudad de 300.000 habitantes según AEAS.