Un científico de la NASA ha calculado la cantidad de combustible que sería necesario para que una sonda espacial de 1 kilo llegase al planeta Proxima b en mil años, con un motor químico convencional.
La conclusión a la que llega Eduardo García Llama, fisico e ingeniero aeroespacial en el Johnson Space Center, es que mandar una nave con la tecnología actual a Proxima b --un planeta similar a la Tierra en la zona habitable de nuestro sistema estelar vecino-- supone un reto de dimensiones "absolutamente inconcebibles".
Según sus cálculos, la realidad es que la masa de propelente necesaria para hacer llegar una nave de 1 kg a Próxima b --a 4,2 años luz-- en 1.000 años usando un típico motor de propulsión química es muchos órdenes de magnitud "superior a la masa que aglutina toda la materia contenida en el universo observable, la de todas sus galaxias con todas sus estrellas, planetas, agujeros negros y cualesquiera cuerpos y elementos contenidos en él", masa de la materia oscura incluida.
De hecho, la duración del viaje debería ser de cerca de 2.400 años para que la cantidad de propelente necesario fuera equivalente a la masa del universo observable. Para una duración de 1.000 años, si el sistema de propulsión fuera uno de tipo iónico como los ya utilizados, con un impulso especifico típico de 3.000 segundos, la masa necesaria de propelente sería de alrededor de 5,5 trillones de kilos (un 55 seguido de 17 ceros); esto es, la masa de unas 13 billones (un 13 seguido de 12 ceros) de estaciones espaciales internacionales, equivalente a casi dos billones de cohetes Saturno V como los que llevaron seres humanos a la Luna.
"Y recordemos --agrega-- que ninguno de estos casos tiene en cuenta el lanzamiento de todo ese propelente al espacio desde la Tierra y que solo nos serviría para hacer llegar en 1.000 años nuestra pequeña sonda de 1 kg a Próxima b, el planeta que orbita a nuestra estrella más cercana fuera del Sistema Solar, sin frenar en el planeta, solo para sobrevolarlo y pasarlo de largo".
García Llama dice que el propósito de ofrecer estos datos es el de podernos hacer una mejor idea de por qué enviar algo, no ya a las estrellas, sino a nuestra estrella más cercana, "supone un reto de dimensiones tan absolutamente inconcebibles". Los viajes a Próxima Centauri para masas del orden de 1 kg empezarían a poder ser relativamente prácticos con valores de impulso específico del orden de los 100.000 segundos, correspondientes, en teoría, a sistemas de fusión de alto rendimiento.