“Las orgías nunca me han gustado y me habría encontrado en una situación desagradable”, explica D’Addario en un amplio artículo que ayer publicaba el diario La Repubblica, que vuelve a reiterar que Berlusconi conocía que las mujeres que asistían a sus fiestas en Palazzo Grazili, en Roma, eran prostitutas de lujo y se las pedía al empresario Giampaolo Tarantini.
Tarantini está siendo investigado por la fiscalía de Bari por supuesta inducción a la prostitución.
D’Addario, de 42 años, aspirante a política, declaró al diario que la noche del 15 de octubre de 2008 rechazó dormir “en la cama grande” de Palazzo Grazioli, regalada por el líder ruso Vladimir Putin a Berlusconi, porque en aquella ocasión había en la cena “por los menos cinco (prostitutas de lujo), dos de ellas muy vistosas y lesbianas”.
De esas cinco, dos hacían continúas carantoñas a Berlusconi y cuando ésta le pidió ir a la cama “no estábamos solos, sino que también estaban las dos escort (prostitutas de lujo) que comenzaron a acariciar al Sultán (como llama a Berlusconi)”.
El primer ministro, prosigue el relato, le pidió con gestos que se uniese al trío, pero ella se metió en un baño y salió cuando el grupo había vuelto al salón.
Después se marchó al hotel donde se alojaba y contó a una amiga, Bárbara Monterreale, de 23 años, que también participó en las fiestas de Berlusconi, lo ocurrido.
El diario afirma que las declaraciones de D’Addario han sido confirmadas por otra mujer, María Teresa De Nicoló, de 37 años, que participó en otras fiestas y que dijo que el “ritual” era el mismo.
De Nicoló, precisa el diario, también se acostó con Berlusconi y cobró también 2.000 euros.