En el descanso al arrastre del tercer toro, el servicio de plaza regó el albero y miembros de la asociación Vive, de lucha contra el cáncer pasaron su clásico toldo para recaudar fondos.
Se lidiaron toros de la prestigiosa ganadería de Carlos Núñez, para los matadores Juan Serrano Finitio de Córdoba, Manuel Díaz El Cordobés y Manuel Jesús El Cid.
Se le dio la vuelta al rueda al cuarto de la tarde ¿se la concedió el presidente?.
El Chano, banderillero de la cuadrilla de El Cordobés, se desmonteró en el quinto de la tarde.
Finito de Córdoba
Le tocó en primer lugar el negro mulato listón, marcado con el número 157 de nombre Afanoso, al que toreó a la verónica con su maestría y aroma califal. El varilarguero no le tiró la pulla al morlaco, pero le metió las cuerdas en el puyazo, flojeando a la salida del caballo. El toro, tanto en la suerte de banderillas como en la de muleta, no dejó de mugir. La faena de muleta la comenzó encelándolo y de menos a más, toreándolo con temple, maestría y empaque, pero al estar muy mal con los aceros fue silenciada su labor.
Con su segundo lidiado en cuarto lugar, de nombre Temerario no pudo hacer nadacon el capote al mansear, haciendo lo mismo con el caballo. Juan Montiel lidió bien con el capote en la suerte de banderillas. En la faena de muleta, Finito de Córdoba realizó una importantítisima lección de torería, bajo los sones del pasadoble Campanera, dejando para los anales de la historia del albero del coso linense su gran maestría y clase torera.
Tras una gran estocada, fueron concedidas las dos orejas de mucho peso.
El Cordobés
A Abanico, número 101, lo saludó con varios lances, manseando. Le enseñaron la puya y el diestro lo probó, sin emplearse, cambiando el tercio. En banderillas el de Carlos Núñez tuvo una embestida incierta, probando a los banderilleros. La faena de muleta la brindó al público y comenzó a media altura en tablas debajo de la presidencia. Se escuchó desde el tendido de sol a un aficionado: “vente pa er so que ma costao treinta euros”. El Cordobés no lo tuvo que hacer porque el toro al mansear se fue a querencia de chiqueros, situado en esos tendidos solicitados por el espectador. Ahí hizo su toreo clásico con desplantes y dio un solo salto de la rana. Tras una estocada, flanearon los sombreros, las almohadillas y los pañuelos, siendo concedida una oreja y dando una simpática y calurosa vuelta al ruedo.
A su segundo, lidiado en quinto lugar, de nombre Billares y marcado con el número 74, lo toreó con el capote siendo muy aplaudido. En varas el toro derribó al varilarguero y en el segundo puyazo le pegó con rabia. En banderillas El Chano se desmonteró al poner excelentemente los railetes. Con la muleta El Cordobés tenía claro que quería salir a hombros junto a Finito e hizo un toreo ortodoxo recodándome en momentos al Benítez, siendo jaleado y muy aplaudido, terminando con el salto de la rana y bernardinas. Tras estocada al tercer intento le fue concedida la oreja.
El Cid
A Inolvidable, de número 88, lo toreó con el capote ganándole terreno con pellizcos, escuchándose los olés. Tras un puyazo, lo probó el maestro con dos lances muy artísticos, cambiando el tercio. La faena de muleta se la brindó al público y estuvo como en él es habitual, con esa maestría y profesionalidad, exprimiendo la bravura del de Carlos Núñez. Con su poderosa muleta y tras una estocada rodando sin puntilla, le fue concedida una oreja y fuerte petición de la segunda, que no concedió el presidente.
Cerró plaza con Fulanillo, número 50 y de nuevo estuvo el maestro realizando otra gran faena por ambos pitones con su poderosa muñeca. Le cortó una oreja, saliendo a hombros por la puerta grande, junto al resto de sus compañeros.