Como el que conserva a modo de salvaguardar todo el trayecto recorrido a modo de reclamaciones, Rafael Ramos muestra cansado los “papeles” y recortes de prensa que ha ido coleccionando desde que empezara hace ya más de cuatro años y medio una solicitud con Urbanismo al objeto de que le subsanen una fachada.
Un problema que ha pasado por muchas manos. Desde Leocadia Benavente pasando por Antonio Fernández y, el último, Ángel Quintana. Todos, responsables en su momento de la concejalía.
Un problema que ya empieza a afectar a su día a día y al que reconoce “temer por lo que pudiera pasar en la casa”. La casa está en la calle Fernán Caballero y colinda a una finca que a su vez ya debió denunciar por el estado de abandono en el que se encontraba.
“Aquí hay ratas. Y además corre peligro de incendio ante las hierbas que tiene. Hace unos días vinieron a limpiar la finca. Pero como se puede comprobar, tampoco es que lo dejaran mejor de lo que ya estaba”.
Con las pasadas lluvias y con el paso de los años en los que solicita “una solución”, Rafael ve con preocupación el estado de la pared con agujeros y con filtraciones de lluvia. “Mi señora se llevó toda la noche llorando atemorizada y queriendo dormir dentro del coche en la calle ante el temor de que la casa se pudiera caer”.
El matrimonio, jubilados ya, recuerda y muestra hastiado los escritos y encuentros mantenidos con la concejalía de Urbanismo en vano. “Nos hemos reunido con Ángel Quintana -concejal de Urbanismo-, nos echó incluso fotos y nos llevó a la sede de su partido”.
La “solución” pasa por aislar la fachada con espuma de poliuretano tal y como la otra vivienda vecina hizo tiempo atrás. “El problema es que eso cuesta 1.200 euros, los que no tengo para pagar. Somos jubilados”.
