“La literatura infantil hoy en día es una pena”, explica a Efe la autora de Olvidado Rey Gudú y creadora de un mundo narrativo lleno de bosques, magas, trasgos y duendes, y con un deseo común con muchos de sus personajes: buscar su lugar en el mundo.
“Lo políticamente correcto lo ha fastidiado todo. No le puedes leer a un niño un clásico, que son fabulosos, porque hoy hay que decirles amén a todo y que al final caperucita se hace amiga del lobo. Y esto no es así, porque en la vida se van a encontrar con unos lobos tremendos.
Al niño hay que decirle que hay cosas buenas, malas y tremendas y no darles una idea paradisiaca del mundo”, subraya.
Para Ana María Matute, como para Rilke, la infancia es todo, “y nos marca a todos de una manera tremenda”.
“Aunque no lo pretendan, los cuentos hoy tienen una moraleja de la peor especie y eso es malo, pero lo primero que tienen que hacer los niños es ver a sus padres leer”, añade.
Ana María Matute (Barcelona, 1926), que tiene todos los grandes premios menos el Cervantes, para el que es eterna candidata, explica que va a iniciar una nueva novela en septiembre.
“Si la salud me lo permite, no me caigo, ni me doy mamporros. La escritura es toda mi vida, y aunque parezca mentira estoy siempre llena de proyectos. Tengo como una fuente que va manando, y a veces como un río, que se me dispara”.
Este año, su última novela, Paraíso inhabitado, que creó gran expectación porque rompía el silencio de la autora tras ocho años, ha tenido un gran éxito.
Y junto a esta novela, los premios, reconocimientos y homenajes a esta escritora, que se sigue sintiendo una niña a la que le queda mucho por descubrir, han tomado fuerza. “A mi no me gustan las modas, ni escribiendo ni leyendo, pero ahora sí que parece que le gusto más a la gente”, dice.
Lectora empedernida, “compulsiva”, como le gusta decir a ella, Matute está al tanto de todo lo que se hace y se escribe. Y confiesa que le gustan mucho Vila Matas y Sergi Pamies y la novela negra.