No se puede negar el gran trabajo que se realiza cada día en el Gran Teatro de Huelva. Miembros de la federación, voluntarios y profesionales se coordinan para que cada jornada salga a la perfección, a pesar de no cumplirse siempre los objetivos que se marcan. Eso no resta importancia al empeño en cuestión. Siempre he valorado dicho esfuerzo, a pesar de cuestionar la capacidad para desarrollar otras necesidades más importantes, que van más allá de un concurso ya trillado y con mecanismos aprendidos tras más de 30 años de experiencia.
Las pruebas las estamos teniendo cada día en las tablas del Gran Teatro, lugar en el que los grupos cada día dejan caer alguna que otra letra de indignación hacia quienes están al frente de este maltrecho carnaval, espejismo de lo que fue en su tiempo, uno de los más importantes de Andalucía. El día volvió a caer en cuanto a público se refiere, creándose una imagen que no está beneficiando a al concurso en general y a los grupos en particular, que sienten la frialdad de un teatro irreconocible, que no termina de cuajar.
La primera agrupación en abrir bambalinas fue la chirigota de Punta Umbría ‘Los enmallaos’, tipo que nada tiene que ver con el hambre, más bien con una mallitas cortas que usan estos confusos deportistas algo degenerados, que viven el deporte de una forma muy particular: desde al Bar Ignacio, del que nos narran sus peripecias. Subidón con esta segunda vuelta, que superan con creces en todos los aspectos. Mayor coordinación, mejorías en las entradas, más control en el escenario, sin tanto barullo. Me convenció la entrega con la que vendían las letras, sobre todo el pasodoble dedicado a la situación del carnaval: directamente a la Fopac.
Debo corregir una de mis mayores críticas, anteponer los premios a la fiesta en sí y, este año muchos grupos están mostrando todo lo contrario. Mis respetos a esta chirigota que optó por una decisión valiente, sin que le temblase el pulso. Muy buen pase. La comparsa de Ayamonte ‘El que manda soy yo’ vuelve a controlar la situación desde las tablas, mostrando el perfeccionismo en un repertorio digno de mención. Otra de las que se cuelan en la Gran Final sin pasar por casa, siempre desde mi punto de vista, claro está.
Resulta impactante el trabajo tan riguroso de este grupo, que no deja nada al azar. Turno para la chirigota ‘Los ruinas’, que no logran enganchar con el público asistente, a pesar de la entrega de ambas partes. Un tipo controvertido y difícil de llevar, al que no han sabido sacarle partido. Repertorio lento, tristón y con carencias importantes, aunque ganas no faltaban.
Un pase que no mejoró mucho con respecto al de preliminares y que esperemos les sirva de experiencia. La comparsa ‘Hotel paraíso’ sigue el mismo ritmo que en preliminares. Un grupo muy por debajo del nivel que se requiere este año para estar entre las grandes, pero que creó cierta complicidad con el respetable, que aplaudió con entusiasmo todo el repertorio. Me quedo con el inicio del popurrí: “Al compas de las aves, de las coplillas al alba y la luz, mi puerta se abre”.
Cierra la noche la chirigota de Huelva ‘Don Benito documento...’ con un sorprendente cambio en todos los aspectos. Grupo más seguro, vendiendo mejor en personajes, sin riesgos y metido en el tipo durante todo el repertorio. Supieron engrandecerse tras un primer pase flojo que ya quedó en el olvido. Grupo más compacto, dinámico y con escenificaciones coreografiadas que gustaron mucho al público asistente, que despidieron con una gran ovación. Destaco el pasodoble a la actual situación de la fiesta y por ende, a la federación.
Chirigota valiente que vuelve a romper todas las quinielas, posicionándose entre las meritorias para estar en la Gran Final. Esperemos que las sumas de ambas fases les favorezca, merece ser vista de nuevo.
La Fopac sigue recibiendo letras de las agrupaciones en el Concurso
Se acabaron los anónimos, los comentarios a escondidas. Se empiezan a perder los miedos y los valientes saltan a las tablas con las ideas claras, posicionando a la fiesta por delante de los premios. Otro día más, y los responsables del Carnaval Colombino vuelven a ser objetivo claro de las agudas e ingeniosas letras de los grupos. En este caso, dos chirigotas le dedican sus pasodobles directamente, sin adornos, sin desviar la mirada. Letras claras que dejan de manifiesto la disconformidad de la gestión que se está llevando a cabo. El carnavalero está perdiendo el miedo, hecho que se valora.
