El gobierno local va a aprovechar el inicio del programa especial de saneamiento del arbolado del parque de María Luisa, que se licitó el año pasado con un presupuesto de 720.000 euros, para realizar un programa piloto de protección del murciélago gigante y autóctono (nóctulo mayor) frente a los ataques de las cotorras mediante la instalación de unos nidos especiales que no puedan ser vulnerados por esta especie invasora.
Hace unos días comenzaron los trabajos vinculados al programa de poda y saneamiento de unos 800 de los más de 2.300 árboles del parque que fueron analizados en su día por el Servicio de Parques y Jardines y considerados como necesitados de una actuación específica, para lo que se requiere una maquinaria especial debido a su gran porte y a la altura en que hay que trabajar.
El Ayuntamiento va a aprovechar esta circunstancia para emprender un programa-piloto de protección del murciélago gigante del parque, autóctono de Sevilla, frente a los ataques de la cotorra de Kramer, ave exótica e invasora, calificada como una de las cien más peligrosas y que mata a los murciélagos para desalojarlos de sus nidos y ocupar los huecos de los árboles.
Así, se van a colocar en una veintena de árboles unos nidos que han sido especialmente diseñados por expertos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas para que sean ocupados por los murciélagos sin que puedan ser desalojados por las cotorras de Kramer.
Esta medida no deja de ser considerada insuficiente por los científicos pertenecientes al CSIC, la Universidad Pablo de Olavide y del Centro de Investigación Biomédica de Barcelona y firmantes del reciente informe elaborado tras 14 años de observaciones y publicado en la revista Royal Society Opera Science.
En ese informe, publicado en inglés, afirman que se necesitan urgentemente actuaciones para reducir la población de cotorras en el parque y proporcionar refugios artificiales a los murciélagos.
Sin esas medidas, esta población (del nóctulo mayor) que una vez fue la más grande conocida de esta especie, podría extinguirse por completo en pocos años.
Y añaden que la colocación de refugios artificiales por sí sola es insuficiente, dado que los murciélagos aprenden a usarlos lentamente y a que el número y el impacto directo de las cotorras se incrementa a un ritmo mucho más rápido.
Como advierte el equipo de investigación, “mientras el número de nidos de cotorra de Kramer ha aumentado 20 veces en 14 años, el número de árboles utilizados como refugio por los nóctulos ha descendido en un 81%”.
“Las cotorras ocupan actualmente la mayor parte de las cavidades antes utilizadas por nóctulos”, apuntan. Desde el año 2003, el número de nidos activos de cotorra ha aumentado de forma destacada. No se tienen cifras exactas de cuántos nidos había en ese momento, pero se estima que en torno a 13, mientras que de 2013 a 2017 el número de nidos han crecido hasta los 311.
El equipo de investigadores registró que durante el año 2003, en 75 árboles del parque existían cavidades que servían como refugio para los murciélagos, número que cayó considerablemente a sólo 14 árboles en 2017. Pero la presencia de las cotorras invasoras no sólo ha afectado al número de murciélagos, sino también a su concentración espacial. Mientras en el año 2003 existía una amplia presencia de refugios de murciélago a lo largo y ancho del Parque, en 2017 se comprobó que los refugios estaban relegados a sectores específicos.
La explicación estaría en que ambas especies utilizan los mismos tipos de cavidades en árboles para reproducirse; y en la “lucha” por el espacio, las cotorras, de mayor tamaño que los nóctulos, han mostrado un comportamiento sumamente agresivo, llegando en muchos casos a matar ejemplares de murciélago. El resultado en esta suerte de competencia es que la cotorra está paulatinamente expulsando a los murciélagos de uno de sus enclaves tradicionales; no en vano el parque María Luisa era considerado como la colonia más grande conocida de nóctulos mayores.
Los científicos concluyen que “la instalación de refugios artificiales para los murciélagos, como medida aislada, no supone ninguna solución efectiva al problema de conservación actual”.