El aparcamiento subterráneo de Pozos Dulces vuelve a ser noticia y otra vez sigue sin ser positiva la que se ofrece. La encrucijada del proyecto se encamina a ir alargándose en el tiempo y a incomodar tanto por su atraso como por la imagen eterna de trabajo inacabado e inconcluso. Lo cierto es que asegurar de manera oficial cuándo acabará sigue siendo un asunto sin fecha.
Con la boca pequeña se lanza que después del verano de 2019 o “a finales de año”. En ese espacio se establece. En la visita realizada a pie de obra dentro de la comisión de seguimiento que se viene realizando, y sin nota oficial que acompañara al momento, a la guía realizada, se llegó incluso a asegurar “que trabajan muchos portuenses en la obra”, cuestión que no se cuantificó en número exacto que cerrara una desconfianza creciente, cuando los trabajos específicos que se vienen acometiendo están realizados por contratas y subcontratas con personal especializado foráneo.
Encontrar unanimidad en cualquiera de las versiones y opiniones que de ellas se desprende, es tarea más que compleja. Desde los que se oponen sin más a su construcción, a los que no terminan de comprender de cómo un proyecto que debió acabarse en 2015 aún se discuta su utilidad y su funcionalidad para una ciudad autodenominada turística. En la encrucijada está la versión municipal, el que está en el Gobierno local, el que se opuso a su construcción pero que tiene ahora la obligación de cumplir y hacer cumplir con que este acabe en tiempo y forma en su dilatada historia y que por más que quiera y desee salir indemne de este entuerto complicado, lo tiene complejo para satisfacer a unos y a otros. Una batalla perdida de antemano ante lo que todavía está por dictaminarse.
Por unos y por otros, el aparcamiento de Pozos Dulces está en el punto de mira de todos, y ese enfado se traslada también por los comerciantes que ven cómo el empeño y mejoras de las que se debieran imponer son ensombrecidas por unas obras que se alargan sin remisión a costa del que intenta sobrevivir y encontrar elementos atractivos para los comercios. Las críticas después de otro verano con innumerables e interminables obras, hacen mella en la frustrante imagen que la ciudad ofrece al que lo padece, al portuense, y al que se la encuentra en su visita, el foráneo. Una combinación compleja de asumir, de entender y de explicar por las dificultades de hacer una ciudad sostenible y atractiva.
Indigestión
Es por ello que el alcalde de El Puerto nuevamente se viera obligado a pedir disculpas, ya lo hizo al no “haber sabido paralizarlas”, reconoció a este mismo medio meses atrás. En la Cadena Ser las volvió a pedir el pasado mes de junio. “Yo me veo en la obligación de pedir disculpas. Me avergüenzo. La obra debió entregarse en mayo de 2015 y aún estamos arrancando”, admitió David de la Encina.
Las dudas empiezan a tomar cuerpo ante lo que está por venir. La portavoz de Ciudadanos, Silvia Gómez, reconoce que ha llamado la atención sobre que “ante las preguntas de algunos de los asistentes sobre los plazos de ejecución, la respuesta de los técnicos no fue del todo precisa, algo que desde nuestro grupo tememos que tenga su razón en otra cuestión de la que somos conocedores, pero que no se expuso en las argumentaciones dadas”.
Y por ello, Silvia Gómez ha expresado su preocupación ante esta situación. “Es de todos conocida la difícil situación económica de la empresa Impulsa y más en concreto de Impulsa Aparca, sociedad a través de la cual se está realizando esta infraestructura; la falta de capital de la empresa, a la que ha sido abocada, entre otras cuestiones por decisiones del actual equipo de Gobierno, ha provocado una merma en las cuentas societarias que mucho nos tememos supongan un problema financiero para el pago de las certificaciones de las obras”, sostiene Gómez.
La concejal naranja ha señalado que “desde nuestro grupo municipal esperamos que tanto el Consejo de Administración de Impulsa como el equipo de Gobierno materialicen respuestas concretas que solucionen este problema financiero y que eviten la paralización de unas obras que supondrían un nuevo revés para nuestra ciudad no sólo por la imagen deteriorada de la entrada a nuestro municipio, sino también por el desarrollo de esta margen del río que supondría un estímulo para la hostelería y el turismo”.