A las críticas políticas, vecinales o ciudadanas respecto al aspecto o a la falta de mantenimiento de calles o plazas, el deporte en El Puerto, y más en concreto en sus instalaciones, son las que huérfanas de voz reclaman una mayor atención de la que ha tenido hasta entonces. No hay deportista o entidad deportiva que en su exposición no reclame más instalaciones.
Hablar ya de que las actuales presenten un mejor aspecto empieza a sonar a utopía y sueño. A pesar de ser una de las áreas que a más volumen de personas acoge, el deporte o la concejalía de Deportes, es la gran olvidada. Sin recursos y sin respaldo. La prueba más sensible lo evidencia las grandes limitaciones con las que se cuenta para la realización de un deporte. Toda una odisea. La historia no es nueva, es más, se repite cíclicamente.
Al estado ruinoso que muchas presentan, el acabado de sus instalaciones se prolonga años y años sin que tenga una salida airosa. El ejemplo más evidente es el estadio José del Cuvillo.
El 20 de octubre de 2013 éste era clausurado y cerrado a cal y canto por orden judicial. Cinco años después continúa cerrado y en un limbo administrativo complicado de revertir por más que unos y otros reclamen su apertura.
Ni las promesas ni los acuerdos plenarios han valido para que su sino varíe un milímetro. Cuando acabe su singladura judicial será el Ayuntamiento, con dinero público, el que deba acometer las incalculables reformas que se deberán acometer. A no ser que su demolición resulte más económica que volver a su estado anterior.
Misma realidad
Aunque el Cuvillo lleve ya cinco años cerrado y sin mantenimiento y cuidados algunos, la realidad con la que se encuentran los deportistas de la ciudad no dista mucho a lo que hay en el otrora estadio racinguista. Solo que uno está cerrado cualquiera sabe hasta cuanto y los otros, con parches y con remiendos.
Solo basta con entrar en algunas de las instalaciones municipales para comprobarlo. En cualquiera. Por dimensiones y por su polideportiva utilización, la Ciudad Deportiva Rafael Sánchez muestra en su deterioro que el paso de los años no pasa en balde. Si bien el nuevo campo de césped artificial, con retraso y con problemas en la certificación en su homologación y demandado durante años por todos los clubes formativos, no es más que un oasis en el recinto.
Antes de llegar a él se pueden ver el estado actual de las pistas de atletismo que se han convertido en todo un peligro para sus atletas. Parches, agujeros y socavones dejan ver la falta de mantenimiento paulatino. Si se arreglan se maquilla los de la zona de la grada que queda más a la vista del público en general.
Todos unos campeones provinciales y andaluces deben, por su prevención, entrenar en las instalaciones de Chapín, en Jerez, o sortear a la suerte en su entrenamiento diario y ser víctima de una posible lesión.
Ese es el camino que encuentran antes de subir a un podio.
En el caso más meritorio hasta la Alcaldía para mostrar la medalla conseguida. Volviendo al tapete, El Juncal vuelve a la actualidad por las críticas recibidas ante el peligroso y vergonzante estado de su césped artificial, o lo que queda de él. Presupuestado y como baza política, sigue esperando la partida prometida para acometer el cambio necesario y urgente que necesita.
Los agoreros recuerdan que las instalaciones debieron aguardar cinco años para que fueran inauguradas. Más lejos queda el pabellón de la Angelita Alta, que si bien sigue sin tener un nombre, lo más urgente continúa siendo ver inutilizado su ascensor. Más de ocho años hubo que esperar para ver acabadas las obras y su puesta en marcha. Todo un record.
Esta ha sido la última construcción deportiva. En los otros dos pabellones las deficiencias que presenta son innumerables.
Igualmente, la falta de mantenimiento es inversamente proporcional al uso que recibe. Desde el parqué a las goteras que existen desde hace ya años y que persisten cada inverno. Cubos y más cubos se convierten en la solución en unos techos y unas moteras que reclaman un cambio.