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Martes 19/11/2024
 
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Jaén

Barrios tranquilos, señeros y familiares

La vida en los barrios del distrito Este es cómoda, pero Egido de Belén y San Roque, Loma del Royo y Las Canteras necesitan arreglo en su asfaltado, sin parches

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Estado de los barrios del distrito Este.

La vida en los barrios del distrito Este de la ciudad es “tranquila”, “cómoda para el que reside de toda la vida”, por “descubrir” para quienes llegan nuevos y “familiar” por el sentimiento de vecindad que impera en sus calles. Son características comunes al barrio de Egido de Belén y San Roque, Loma del Royo y Las Canteras.

El primero recuerda a un municipio dentro de la ciudad, el segundo es su prolongación, pero asoma más vida en sus calles, y el tercero se convierte casi en pedanía, con alrededores naturales que recuerdan la capital que es Jaén. Los tres tienen vistas al paisaje del olivar jienense, pero sólo dos son céntricos, siendo esta característica una de las virtudes de las que presumen sus vecinos. En el barrio de Egido de Belén y San Roque se “vive muy bien”.

Ésta es la expresión más repetida por su gente, que reconoce que una de sus ventajas es que “hay poco tráfico”. Sin embargo, muchas de sus calles son el fiel reflejo de años soportando el paso de vehículos y de reclamaciones para su mejora. Pero no llegan y vehículos y peatones siguen padeciendo las consecuencias.

Es el ejemplo de la calle ‘Menéndez  Pelayo’, una de las más perjudicadas, con un asfaltado lleno de hoyos en toda la prolongación y un acerado desnivelado y deteriorado. Allí tiene su comercio Ramón Colmenero. El acceso a su frutería es un hábito común entre los vecinos, pero muestra la imagen que todos denuncian: una acera desnivelada que ha provocado tropiezos. “Es un barrio con buenos vecinos, muy buenas personas. Eso hace fácil el trabajo. Nuestra clientela es fiel y gente decente”, agradece el joven frutero.

Llevan dos años en el barrio y aseguran que les ha llamado la atención que “hay muchos locales cerrados”. Los vecinos coinciden en que “hace una década, el barrio estaba más vivo comercialmente que ahora”, aunque el comercio tradicional, como fruterías y peluquerías, siguen funcionando. “En la frutería, los vecinos hablan de todo y de cómo está el barrio. La principal queja es el estado de algunas calles y de la limpieza, pues hay quien se dedica a rebuscar en contenedores y lo deja todo esparcido y en la calle, a cualquier hora”, reconoce Ramón Colmenero.

Sin embargo, el barrio muestra una imagen limpia, más allá de fachadas de edificios residenciales manchadas de grafitis que empobrecen la zona de bloques de viviendas. Y no son pocos.

El barrio tiene accesos como su famosa ‘Cuesta de Belén’ y populares plazas como la que lleva su mismo nombre, arreglada y soleada, punto de encuentro vecinal de quienes viven en las calles que desembocan a ella. El barrio tiene un toque turístico por su hotel y la gastronomía llama a comensales de toda la ciudad por la cocina de sus hosteleros. Como lugar residencial, combina casas unifamiliares y bloques de viviendas con poca altura, manteniendo una uniformidad que cuida la imagen del barrio.

“La tranquilidad del barrio recuerda a la de un pueblo. Muchas de las familias que residen se criaron en el barrio, por lo que la zona tiene ese carácter familiar. Me vine a vivir porque me crié en el barrio. Somos cinco hermanos y tres vivimos en Belén y San Roque”, apunta Ángel Cobo.

Muchas de sus calles tienen prohibido el aparcamiento y sus estrechas aceras dejan libres vías en las que impera la tranquilidad. Pero donde se puede estacionar hay demasiado vehículo entorpeciendo y motocicletas ocupando aceras.

En la plaza Virgen de la Paz, la de la parroquia del barrio, se ve todos los días. Su adoquinado es del tradicional, del que ya no se ve en Jaén, y a la vez que permite salir a la Avenida de Madrid, da acceso a calles como Doctor Fleming, con viviendas hechas con gusto, cuidadas por sus vecinos. La cofradía tiene peso y para los vecinos es un orgullo ser uno de los barrios señeros de la Semana Santa jienense.

“La parroquia y su Cofradía también hacen barrio y es importante para la zona”, asegura Francisca Olmo. El cementerio de San Eufrasio hace gala a su nombre, el camposanto viejo de la capital, sin rehabilitar, y con una avenida como la de Las Cruces en muy mal estado.

Plazas como la de ‘Corazón de María’ muestra zonas verdes descuidadas, pero son punto de encuentro diario de quienes eligen los churros para su desayuno. Es uno de los placeres gastronómicos de sus vecinos y atrayentes para quienes residen en los alrededores.

La plaza de San Roque, con su arboleda, es uno de los pulmones del barrio, que escasea de zonas de ocio infantil para los más pequeños. “El barrio tiene muchos servicios, pero ningún parque para que jueguen los más pequeños. Tenemos que ir al parque de La Concordia o al de La Alameda”, asegura Francisca Olmo, a la vez que destaca que es un barrio “seguro”.

La tranquilidad del barrio la agradecen los oídos, siendo de los pocos barrios de la ciudad donde aún se oyen cantar a los pájaros. Se echa de menos más zonas verdes, pues muchas de sus calles quedan desangeladas, con aceras estrechas, vías anchas y ningún árbol, salvo los naranjos que se aprecian según colinda con el barrio Loma del Royo.

La calle Obispo Alonso Suárez delimita ambos barrios y ésta está minada de árboles con un aspecto muy desagradable, con ramas que recuerdan a nidos gigantes, que lejos de estar cuidados, están llenos de suciedad. Hasta botellas de plástico de tamaño considerable se dejan ver entre las ramas. Loma del Royo suma mucha vida vecinal en sus calles y atrae a jienenses de barrios colindantes, siendo la hostelería uno de sus reclamos.

Para ejemplos, la calle La Luna y sus perpendiculares. “Hay muchos bares, puerta con puerta y todos funcionan”, explica Rosario Carmona. Vecina desde niña del barrio, asegura que es “estupendo para vivir”. La cercanía a la Universidad lo ha hecho un barrio residencial para estudiantes. “Se nota la proximidad y hay mucha gente joven por el barrio, muchos universitarios que lo han elegido para vivir”, agradece.

Y si a calles como La Luna le ha tocado el arreglo de su asfaltado, después de años de espera, los vecinos reclaman lo mismo para su acerado, que en algunas partes está delimitado por vallas de mantenimiento urbano por su mal estado. “Han arreglado el asfaltado, pero su acerado es peligroso, especialmente para gente como yo, que necesita andador. Hay muchas vías del barrio que necesitan mejoras”, explica Juan Carmona, de los primeros vecinos que llegaron al barrio.

Y también llama la atención el deterioro de calles como ‘Perpetuo Socorro’, donde está la asociación vecinal, cuyo asfaltado es lamentable y sufre el tránsito de un tráfico fluido.

Las calles de Loma del Royo son el ejemplo de lo que es Jaén, una ciudad de cuestas interminables. Desde el centro de la ciudad, subes y la recompensa son sus vistas, que permiten observar una loma llena de olivos, por donde entra luz para iluminar a un barrio en la que muchas calles, las de la parte baja, quedan a oscuras a plena luz del día. A la luminosidad del barrio también contribuyen sus naranjos, especialmente los de la Ronda de la Misericordia, que también alcanzan a Belén y San Roque.

Bloques de vecinos y casas unipersonales hacen de Loma del Royo un barrio dividido en dos ambientes, el primero más comercial y con mayor tránsito, y el segundo residencial, para el paseo y el descanso en plazas como ‘Alonso Barba’, rodeada de viviendas de donde emanan macetas y que está preparado con juegos para el ocio infantil.

Pasear por el barrio deja estampas como el parque Don Tomás Colmenero, con un terreno árido, lleno de gravilla, aunque equipado para los más pequeños; y rincones como el de la plaza María González López y Manuel Beltrán Torres, con un mirador que más de un residente seguro que no conoce. Es de esos rincones escondidos, en la parte alta, que llaman a la tranquilidad de un barrio con una ubicación que es un reclamo, pero que necesita mejoras en sus vías, con un tráfico importante y sin señalización horizontal y demasiados desperfectos. “Hay muchas calles que necesitan arreglo. Los pasos de peatones ni se ven y los baches son numerosos”, explica Antonio Romero.

La espera vecinal se hace eterna en cuanto a la solicitud de la apertura de la calle peatonal entre La Luna y Flores de Lemus, una de las reivindicaciones más veteranas, pues los vecinos ven su paso cortado y, por ello, se ven obligados a dar un importante rodeo para llegar a servicios básicos del barrio.

Comercialmente, Loma del Royo está equipado. “Hay negocios que funcionan desde toda la vida. Los vecinos son fieles y se mantienen”, explica Rosario Carmona, refiriéndose a pescaderías como la de Rafa, una de las que más vende. Todo ello a pesar de tener cerca grandes superficies comerciales y supermercados franquiciados.

El distrito Este se prolonga hasta la zona residencial de Las Canteras, cuyo acceso a las viviendas está en un estado lamentable, a pesar de ser el camino que lleva a uno de los parques más bonitos de la ciudad, su cerro. El parque periurbano del Cerro de Las Canteras invita al disfrute del ocio, con zonas de barbacoa, servicios y áreas recreativas, pero sin vigilancia, con fuentes sin aguas y miradores, como el de detrás de la Ermita, que siguen sin reponerse, con partes rotas que ponen en peligro disfrutar de las vistas.

El acceso a Las Canteras es dañino para los vehículos, pero también para la vista, con contenedores rodeados de escombros y una vía llena de profundos hoyos con promesas de arreglo. Las Canteras es una zona residencial en la que la tranquilidad también es nota característica, pero en la que sus vecinos padecen carencias como los servicios de limpieza o recogida de basura.

Son pocas las viviendas en la zona, pero sus dueños tienen que hacer frente al mantenimiento de sus calles, por lo que el sentido de pertenencia a un barrio escasea en la zona. El campo de fútbol permanece cerrado. Su vallado permite ver el estado de su campo estéril y la decadencia de elementos como sus porterías.

El distrito Este de la capital reclama acciones de micropolítica que presten atención al cuidado de sus vías, con el arreglo y no más parches en su asfaltad0; con señalización horizontal que delimite pases de peatones y con acerados más cuidados.

Son barrios que han mejorado su limpieza, pero en los que sigue haciendo falta servicios como el de baldeo a presión, que arranque la suciedad en algunas calles, y más papeleras, para no utilizar los alcorques de los árboles como estercoleros. Ello garantizaría una mayor calidad de vida vecinal.

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