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Viernes 15/11/2024
 
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Málaga

Rehalas y monterías

Opinión de la presidenta de la Sociedad Protectora de Málaga sobe el maltrato a los perros por cazadores y su posible protección

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  • En el refugio de la Protectora. -
  • "Niños viendo sangre y muerte a destajo... ¿Eso es educación en valores?"
  • "De nada valen los manidos argumentos de los cazadores sobre medio ambiente, cuando llenan nuestros campos de plomo de sus escopetas"
  • "Todo lo que se mueva por el campo, de una manera u otra, más pronto que tarde" puede ser tiroteado o alanceado

Me he puesto a ojear el texto refundido de rehalas y el Decreto 126/2017 que regula la caza en Andalucía y se me ha caído aún más el alma a los pies pensando en la nula empatía hacia los animales tanto de los cazadores como de la Administración. La normativa sobre las perreras, data del siglo pasado (18/07/80) por lo que hay poco que decir sobre el “bienestar” que pueda haber en ellas.

La Junta de Andalucía quiere declarar estas “actividades” bien de Interés Cultural (BIC), parece que la cultura tiene que ir unida a la sangre y a la tortura, al abandono y a la muerte.

Aunque en las rehalas hay, por desgracia para ellos, perros de los mal llamados PPP, los rehaleros no necesitan tener licencia de tenencia de PPP ni, lógicamente, pasar por el examen psicotécnico que se exige a los particulares (Decreto 42/08). No hay duda que el ser rehalero es toda una garantía para la administración; tampoco deben inscribirse en el Registro de Medios de Transporte de animales vivos, ni realizar ningún curso sobre bienestar animal, según el art. 8 del citado decreto.

Aparte, pueden usar en cada jornada hasta 24 perros adultos y seis de menos de año y medio, que deben estar chipados y vacunados. Me sorprende entonces porqué los perros de caza que se pierden nunca tienen chip. Hasta aquí la confusa legislación sobre rehalas, que protege al cazador rehalero, ignora a los perros, y permite verdaderas  masacres de animales salvajes y libres.

La reflexión de todo esto es que se legisla para que un puñado (no más, comparados con el resto de la población andaluza) de individuos puedan “disfrutar” de matar, puesto que la acción de cazar, se define como “persecución y captura para dar muerte” a seres silvestres.

De nada valen los manidos argumentos de los cazadores sobre medio ambiente, cuando llenan nuestros campos de plomo de sus escopetas, les ponen puertas y vallados para mantener las especies cinegéticas allí acorraladas, nos impiden pasear por el campo, y maltratan el ecosistema impidiendo que se autorregule, propiciando incluso jabalíes en las ciudades porque los cazadores han matado antes a sus depredadores naturales.

El decreto 126/17, que regula las monterías, permite la caza con arco y en su artículo 20, especifica las especies objeto de caza, entre las que no están los animales “asilvestrados”, es decir, los de compañía o renta que ya no están bajo tutela humana, lo que no significa que no se puedan cazar si se considera necesario y se piden los oportunos permisos.

Es decir, todo lo que se mueva por el campo, de una manera u otra, más pronto que tarde, puede ser tiroteado o alanceado. No me puedo creer que a nadie se le ocurra pensar lo que debe sufrir un animal con una flecha clavada, que le provocará una muerte lenta y dolorosa cuando la herida se infecte, si no tiene la “suerte” de que lo encuentren y lo rematen.

Este mismo decreto, habla también de una Junta Consultiva en la que no se dedica ni una sola letra a velar por el bienestar de los perros de montería. Se trata de un negocio macabro, que contempla incluso la taxidermia. Para gustos, como dicen, los colores, pero ver un animal embalsamado en tu salón o en la entrada de tu casa, habla mucho de la sensibilidad y el buen gusto del que lo tiene.

Y para terminar: los mayores de catorce años, pueden tener licencia de caza menor, siempre que sea autorizada por sus padres o tutores y pueden participar en monterías con adultos. O sea, niños viendo sangre y muerte a destajo... ¿Eso es educación en valores?

La Junta de Andalucía quiere declarar estas “actividades” Bien de Interés Cultural (BIC); parece que la cultura tiene que ir unida a la sangre y a la tortura, al abandono y a la muerte.

Se habla del Sacrificio Cero en las perreras y mientras no haya Abandono Cero es imposible y es imposible porque mientras haya caza, habrá abandono.

La Junta no declara BIC los refugios, protectoras o santuarios de animales, donde voluntarios nos dejamos la piel en salvar a los animales, en dar charlas de concienciación en colegios, en que los niños y adultos visiten los refugios y vean lo que allí se hace por los animales, en que los niños sientan empatía por los animales... eso, señores y señoras de la Junta de Andalucía, es CULTURA y es INTERESANTE y es un BIEN que ofrecer a las generaciones que vienen.

Increíble que gasten tanto en potenciar la muerte y tan poco en ayudar a la vida y proteger las especies salvajes, que cada vez nos quedan menos. Nunca podremos considerarnos una sociedad civilizada si no cuidamos y protegemos a los animales, conservando su entorno y respetando sus vidas.

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