Marcos Carribero lleva 17 años luchando contra las tres cardiopatías congénitas severas con las que vino al mundo el 27 de enero de 2003. Ya no es un niño, pero en la retina de muchos jerezanos sigue estando la imagen de ese pequeño de siete años llegando al Aeropuerto de Jerez arropado por su familia tras ganar la batalla de su vida cuando cruzó el charco para ser operado en Boston gracias a la solidaridad de sus paisanos. Ni él ni su familia han dejado nunca de luchar pese a pasar por momentos verdaderamente complicados.
Ahora les toca lidiar de nuevo con otro de esos episodios difíciles. Este jueves a primera hora volverá a entrar en el quirófano, en esta ocasión en el Hospital Virgen del Rocío de Sevilla, para ser operado del corazón en una intervención que realizará el cardiólogo Félix Cosería y el hemodinamista José Luis Zunzunegui del Hospital Gregorio Marañón de Madrid, que le realizarán un cateterismo cardíaco para ver el estado de su corazón, que “ha empeorado en los últimos meses”, señala su padre, Juan Carribero.
El objeto de la operación que, a priori, “es complicada”, es ver el origen de los problemas que viene presentando Marcos últimamente, pues tiene “poliglobulia” en la sangre, lo que hace que “se asfixie muchísimo más”. “No sabemos qué hacer ya, el Sintrom no le hace nada y tiene el 80% de la sangre cuajada; el cardiólogo nos ha dicho que su corazón está al máximo de la gravedad”, señala su padre, que no oculta su desesperación. “Ni los médicos lo saben bien”, señala su progenitor. Lo que tiene claro es que no van a tirar la toalla pese a la incertidumbre y la preocupación con la que están viviendo estas últimas horas. Marcos, por su parte, está “animado” y afronta con entereza la que ya es su operación número 49, según apunta su progenitor. Con éste serían ya 18 cateterismos los que se le han realizado, resalta Carribero, sin contar con las cinco operaciones de corazón.
Desgraciadamente, su padre tiene claro que la de este jueves no será la última y que la próxima, más pronto que tarde, deberá ser en América de nuevo, lo cual tampoco les deja demasiado tranquilos por su delicada situación económica. “Esa operación cuesta de 14.000 a 30.000 euros y nosotros ya no hacemos ni festivales ni tenemos huchas para recaudar fondos”, lamenta.