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Viernes 15/11/2024
 
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Málaga

Opinión: Lobby cazador y políticos

La presidenta de la Protectora de Málaga razona el rechazo, que "debe ser total y universal", a la impartición de clases de caza en las aulas andaluzas

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  • Perros rescatados. -
  • La caza no es fuente de prosperidad; las áreas más prósperas de nuestra geografía no son cotos de caza
  • La caza no es biorreguladora: la caza es antiecologista, contamina con plomo, invade y destruye refugios de fauna
  • La caza está herida de muerte y lo sabe, por eso busca sangre fresca en las escuelas

Que no hay voluntad política de terminar con el abandono y el maltrato que supone la caza, no me quedaba duda, pero que además  PP, Cs y VOX pacten llevar la caza a los colegios y el Ayuntamiento de Hornachuelos decida ser el primero en construir un recinto para “guardar” perros explotados para la caza, supone ya rizar el rizo del sometimiento político al lobby cazador. El ayuntamiento ha dispuesto que el lucro de unos pocos  merece una inversión que paguen todos los vecinos, usando además terrenos municipales. Que cada le ponga nombre al hecho de gastar dinero público en un negocio/actividad privada. Esto es ya bastante grave, pero si añadimos que el Convenio de Estrasburgo de Animales de Compañía, ratificado por España en el 2017 y que por rango legislativo obliga de manera urgente a la reforma de la obsoleta ley andaluza de protección animal, cataloga a los perros como la especie más protegida y tutelada, está clara la gravedad del hecho.

Ese pacto de abandono y maltrato que quiere infiltrar la violencia y la muerte en las aulas resulta como mínimo esperpéntico cuando la conciencia medioambiental mueve el mundo

Por otra parte, si consideramos torticeramente animales de renta a los perros, nos encontramos con que el ayuntamiento protege una renta privada…vamos, de mal en peor. Para terminar de arreglarlo, la descripción de las futuras jaulas dibuja un panorama de hacinamiento, riesgo zoonótico y maltrato psicofísico que no habrá veterinario honesto que se digne evaluar.

El último informe Affinitty sitúa el fin de la temporada de caza como la segunda causa de abandono de los perros y nos coloca como líderes mundiales  desde hace años. El abandono, la desidia, el capricho y la nula conciencia de los cazadores hacia los perros, nos cuesta cada año un buen dinero a los contribuyentes, sin entrar a evaluar el daño moral; la caza es una actividad ancestral en retroceso, y que mantiene una élite, es un grupúsculo intencionadamente ciego y sordo hacia el medio ambiente y los riesgos que conlleva lo que ellos llaman deporte y ocio: una minoría explotando la precariedad del mundo rural al que les conviene mantener en el infradesarrollo.

Nada peor para esa minoría que el mundo rural prosperase y abundasen los contratos laborales dignos, porque desaparecería la cantera de rehaleros en precario que, a costa de los perros, se buscan la vida; desaparecería la cría de perros de caza perpetuando rituales de miseria y muerte; rituales de los que solo la educación y el emprendimiento lograrán salvarnos.

La caza no es fuente de prosperidad; las áreas más prósperas de nuestra geografía no son cotos de caza. La caza no es biorreguladora: la caza es antiecologista, contamina con plomo, invade y destruye refugios de fauna, genera desequilibrios y propicia accidentes. La caza daña a los animales que llama presas y a los perros que les sirven y que ponen en peligro por simple diversión. La caza mata: los accidentes de caza entre los propios cazadores o entre menores a los que se permite asistir a semejante barbarie. La caza está herida de muerte y lo sabe, por eso busca sangre fresca en las  escuelas.

Ese pacto de abandono y maltrato que quiere infiltrar la violencia y la muerte en las aulas resulta como mínimo esperpéntico cuando la conciencia medioambiental mueve el mundo; ese pacto quiere formar a nuestros niños en el desprecio a la vida, a la empatía y al respeto por los seres vivos. Ya el pasado año, el Comité de los Derechos de los Niños de la ONU instó a España a prohibir el acceso y la participación de los menores de 18 años en los dantescos espectáculos de tauromaquia, sin que prosperase. Y ahora, con un tremendo grado de irresponsabilidad tercermundista, seguimos sin proteger a los menores de la tauromaquia y además los ponemos en el punto de mira de la caza. Me pregunto ¿por qué nos quieren embrutecidos y pobres de mente? ¿Nos vamos a dejar?

 

Carmen Manzano Rodríguez

Presidenta de la Sociedad Protctora de Animales y Plantas de Málaga

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