—Haga un breve recorrido por su infancia.
—Nací en la calle Jerez de Algeciras, en la casa del torero El Niño de la Venta, que era mí tío hermano de mi madre. A los siete meses mi madre abortó y se murió mi hermano gemelo y yo continué en la barriga. Fui bautizado en la Iglesia de Nuestra Señora de La Palma de Algeciras.
—¿Su padre a qué se dedicaba?
—Procedía de una familia humilde y me llevaron a Tarifa que era la tierra de mi padre Isidoro Villalta. Tuvo cinco taxis y fue un hombre muy humilde y querido por todo el mundo. Hace cinco años murió y cada noche sueño con él.
—(El capitán se emociona). ¿Qué se recuerda de él?
—El pueblo de Tarifa era sobre todo marinero. A veces se tiraban pescando tres y cuatro meses en la mar. Y cuando se ponían los niños enfermos. Recuerdo que cuando venían a mi padre le decían: "Isidoro no tengo dinero para llevar al niño al médico". Mi padre les contestaba:--No te preocupes--. Esa humanidad la he vivido en mi casa desde que era un niño y es la que he llevado durante toda mi trayectoria.
—-¡Maravilloso!
—Esa labor la hacia frecuentemente porque por aquellos años existían muchas carencias. A veces la gente del campo le pagaba con especies.
—(El capitán continúa emocionado). Tuvo una infancia muy feliz
—Tengo unos recuerdos maravillosos, porque en los aires navideños cuando se reunían los hermanos, primos, sobrinos, nietos disfrutábamos muchísimo. Desgraciadamente las reuniones familiares se han ido perdiendo con el paso de los años. Y va dejando huellas sobre todo en la formación.
—¿Dónde estudió?
—En el colegio La Inmaculada y posteriormente hice el bachiller en el Instituto Batalla del Salado de Tarifa. Posteriormente me fui a la Escuela de Arte y Oficios de la calle San Antonio de Algeciras, porque quería hacer delineación al gustarme mucho la pintura y el arte.
—¿Dónde realizó el Servicio Militar?
—El periodo de instrucción lo hice en Cerro Muriano (Córdoba). Después hice el Servicio Militar como voluntario, en el Regimiento Mixto de Artillería de Algeciras.
—¿Qué camino emprendió posteriormente?
—Cuando dije en mi casa que me iba a la Guardia Civil todo el mundo se puso las manos en la cabeza, porque no había ningún guardia civil en la familia. Mi padre era taxista y mi hermano tenía un supermercado. No se lo creían porque mi padre tenía estipulado que me iba a hacer cargo del negocio de los taxis. Pero con todos mis respetos para mi padre y para el resto de taxistas, yo aspiraba a algo más.
—¿Qué le motivó ingresar en la Guardia Civil?
—Desde chico jugaba con los hijos de los guardias civiles en el patio de la Casa Cuartel y en el instituto. Cuando me licencié un día me encontré a un compañero de la infancia, vestido de guardia civil recién salido de la academia destinado en Tarifa. Y le dije: ¡Qué alegría me das verte con el uniforme! Contestándome. "Ahora se puede salir de la academia hasta de conductor, ¿por qué no te presentas?" Le hice caso y me presenté a los exámenes en Algeciras a finales de los años sesenta. Aprobé y me fui a la Academia de Úbeda donde estuve cinco meses.
—Cuando ingresó, ¿qué sensación percibió?
—Cuando entré y fue pasando el tiempo, fui viendo que la Guardia Civil es otra imagen distinta de la que se tiene en la calle. Porque desde dentro se puede ayudar a la sociedad. Es maravilloso la satisfacción tan grande que te llevas cuando ayudas a alguien que lo necesita.
—¿Cuál fue su primer destino?
—Palma de Mallorca donde permanecí dos años y tuve a primera hija, porque me casé con la algecireña María José de la Torre. Actualmente tengo tres hijos y cinco nietos. Es muy bonito ser abuelo, porque no todo el mundo tiene la suerte de llegar.
—Es curioso como los nietos le cambian la vida a los abuelos.
—A los nietos le dedicas el tiempo que no le dedicaste a los hijos. Porque cuando llegaba a casa de servicio cuando estaba destinado en Palma de Mallorca no disfrutaba de ellos. Porque había embarque que entraba de servicio a la siete de la mañana y finalizabas a las doce de la noche cuando se iba el último barco. Y al día siguiente lo mismo, pero hoy afortunadamente el servicio ha cambiado y los guardias civiles hacen sus ocho horas diarias.
—¿Siguientes destinos?
—Me fui a Madrid a la Dirección General para poder estudiar para ser cabo, ya que cuando ingresé quería ser algo más que guardia. Aprobé y me destinaron al Parque de Automovilismo en los Servicios Especiales de la Guardia Civil. Posteriormente me vine destinado a Algeciras. Y por las tardes me iba al Instituto Isla Verde y terminé el COU e hice algunas asignaturas de Derecho. Tuve que dejar de estudiar porque mis hijos me necesitaban.
—-¡Qué bonito!
—Muy bonito. Después me fui destinado a Melilla y me tocó la famosa riada por el año ochenta y cinco. Permanecí dos años era un ambiente cerrado, pero me gustaba convivir con la gente de la calle. Estuve en la coral de Melilla y tengo un disco grabado. Tenía permiso del Director General para salir al extranjero. Actualmente estoy en la Coral del Rocío de la iglesia de la Cuesta del Rayo.
—Después de Melilla, ¿qué??
—Ascendí a Sargento y me fui destinado otra vez a Madrid y estuve de Comandante de Puesto durante tres años en Soto del Real. Hice un curso de Jefe Destacamento y Jefe Taller. Y, me destinaron a Tenerife, pero la Corporación Municipal de Soto del Real no quería que me marchara de allí. Y solicitaron una entrevista al Director General para que me dejara.
—Es evidente por su forma de ser y de actuar que dejaba sus señas de identidad.
—Se basaban en que hice una buena labor con la juventud y me reunía con los chavales. También hablaba con los padres y les decía: --vuestro hijo se está metiendo en la droga, estoy hablando con él, pero necesita vuestro apoyo--. Me gustaba hacer controles y registros en los coches que llegaban procedentes de Colmenar para que no entrara la droga en el pueblo. Estaban muy agradecidos con mi actitud. Eso me hizo pensar que la labor que estaba haciendo era reconocida.
—En Tenerife, ¿cómo le fue?
—Estuve dos años y pico, pero como el nivel de estudios para mis hijos no era el adecuado, regresé de nuevo a Madrid como Jefe de Destacamento de Automovilismo, en la Escuela de Adiestramiento de Guadarrama donde permanecí nueve años. Pero como esta academia se la iban a llevar para Logroño, decido presentarme para oficial, porque llevaba muchos años fuera y quería volver a Algeciras de oficial de la Guardia Civil, para disfrutar de mis padres y de todas mis raíces.
—¿Cuándo lo destinaron a Algeciras?
—Aprobé y de teniente me destinaron a Alicante e hice un curso de Patrón de barcos. A Algeciras me destinaron en el año dos mil a las lanchas como Segundo Jefe del Servicio Marítimo del Campo de Gibraltar. Todas las noches en la mar, porque llegué cuando las grandes avalanchas de la emigración. Tengo una gran satisfacción personal que no me la va a quitar nadie, porque he sacado de 2.500 a 3.000 personas del agua.
—Capitán, un servicio humanitario imborrable e inolvidable
—En el Servicio Marítimo he vivido unas experiencias imborrables, imborrables. Hay cosas que se quedan clavadas en la mente de las personas. Porque cuando salía de servicio de noche por ahí y veías a las embarcaciones de emigrantes, te acercabas con las debidas precauciones, porque los emigrantes al vernos se ponían de pie e intentan agarrarse con el consiguiente peligro de que volcara su patera.
—Durísimo contemplar las penosas circunstancias de esos seres humanos huyendo del hambre y la miseria.
—-Sobre todo cuando ves a mujeres y a niños se te ponen las carnes de gallina. Debes actuar con templanza, porque sabes que sus vidas dependen de ti. Y hasta que no ves al último emigrante subido en la embarcación no respiras.
—Existen miradas y situaciones que calan e impactan más que otras.
—Una de las cosas que más me impactó fue la mirada del niño inocente, que no se borra y la llevo incrustada en mi mente. Otra cosa que me impactó fue cuando uno me preguntó:--¿Esas luces son Barcelona?" Los engañan en todos los sentidos. Existe una gran profesionalidad y humanidad en todos mis compañeros del Servicio Marítimo de la Guardia Civil de la Comandancia de Algeciras..
—Se vuelve a emocionar). Capitán, le comenté a un conocido guardia civil que le iba a entrevistar y me dijo: "Villalta es buen tío, muy buena gente". Y es evidente que para el Benemérito Cuerpo de la Guardia Civil y para la sociedad, es un orgullo y honor contar con personas y profesionales como usted.
—No puedo hablar porque se me están saltando las lágrimas. Pero te diré que mi lema es la honradez y la humanidad. Por lo tanto hay que ser primero buena persona y después guardia civil. Y eso que no se le olvide a los que vengan detrás. Porque no hay que olvidarse que venimos del pueblo.
—Llorar es de hombres sensibles, humanos y honrados.
—Me emociono porque vivo esto. He pasado a la Reserva el 3 de julio de 2008 y me he quedado en una Reserva Activa de Ayudante y de Acción Social. Con el teniente coronel, don Marcial Vázquez, que es una excelente persona, he aprendido muchísimo porque me está enseñando bastante. José te diré, que a pesar de la edad que tengo no dejo de aprender diariamente.
—¿Qué función realiza en Acción Social?
—Es una prestación que se le da a todos los compañeros de la Guardia Civil. Y como no se me olvida que he sido antes guardia que capitán. En vez de irme a mi casa, he querido quedarme hasta los sesenta y cinco años ayudando a los míos.
—Supongo que posee un intachable expediente y muchas recompensas.
—Me siento muy satisfecho con lo que he hecho profesionalmente y humanamente. De las condecoraciones no me gusta hablar pero tengo: La Cruz de la Constancia a los veinte años de servicios. Cruz de la Real Orden de San Hermenegildo. La Encomienda de la Orden de San Hermenegildo. La Cruz con Distintivo Blando al Mérito Militar. La Placa Real de la Orden de San Hermenegildo y me concedieron la Cruz del Mérito de la Guardia Civil con distintivo Blanco, por todos los emigrantes que he sacado del mar.
—Villalta, es un apellido tarifeño muy ilustre ligado a la cultura y a las artes.
—Es verdad soy primo hermano de Emilio Guillermo Pérez Villalta. Su madre es hermana de mi padre. Soy un gran admirador de mi primo que es hijo de un coronel del ejército. El padre quería que hiciera una carrera e hizo arquitectura, pero su gran pasión es la pintura. Me acuerdo que mientras los demás chavales nos íbamos a jugar al fútbol, él iba con un montón de folios debajo del brazo y pintaba a las personas en movimiento y a los barcos.
—Procede también de familia de toreros. ¿Esa es la causa para que sea el responsable de los delegados gubernativos de las plazas del Campo de Gibraltar?
—Cuando el teniente coronel me dijo que me hiciera cargo de los delegados de la autoridad de las plazas de toros del Campo de Gibraltar, fue una satisfacción grande. Porque vengo de familia de toreros como es el Niño de la Venta. La venta de Pelayo antes de ser del Chato era de mi abuelo y por eso viene lo del Niño de la Venta del toreo, porque se crió en la venta. Me gustaba mucho ir con mi tío por las ganaderías porque después se hizo corredor de ganado.
—Hay presidentes que no son conscientes que pueden provocar una grave alteración de orden público, al actuar contra lo que le solicita mayoritariamente el público.
—He presenciado algunas corridas en el Campo de Gibraltar. Y a veces no se escucha la voz del pueblo ya que la primera oreja la concede el público. Y si no se concede esa oreja se puede provocar una grave alteración de orden público. Te estoy respondiendo desde el punto de vista de la Guardia Civil.
—La autoridad gubernativa tiene que velar muy mucho también por la seguridad en el callejón de las plazas.
—Quisiera que llegara a la gente, que cuando no se permite la entrada a los callejones, es por motivo de seguridad. Y hay muchos que no se conciencian del peligro que existe, porque en cualquier momento puede saltar un toro y herir a los que no están en los burladeros.
—¿Por dónde camina su pellizco en el toreo?
—Por el torero que crea arte durante la lidia. También me encanta la bravura del toro cuando acude al caballo con esa alegría.
—Me consta que el grupo taurino que dirige realiza ejemplarmente sus funciones.
—Tengo la suerte de contar con un excelente grupo humano y profesional de la Guardia Civil. Y lo bueno es que todos saben las funciones que han de realizar en las plazas de toros.
—¿Qué ha supuesto para usted pertenecer al Cuerpo de la Guardia Civil?
—Es como si me preguntaras que ha significado la vida, porque la Guardia Civil es mi vida, porque los 40 años desde mi juventud hasta la fecha se los he entregado a la Guardia Civil.
—Capitán, para ir finalizando, ¿qué desea transmitir a la sociedad del Cuerpo de la Guardia Civil?
—Que depositen toda la confianza en nosotros y que se sientan seguros. Cuando ingresé en la Guardia Civil el nivel cultural y la situación política era distinta que hoy. Están entrando jóvenes muy preparados con carreras. Y cada vez más la Guardia Civil se está preocupando de cuidar su imagen. Y debido a las misiones que nos son encomendadas se hacen más cursos. En Acción Social tenemos unas prestaciones para los guardias que quieran estudiar carreras. Tenemos muchos mejores medios materiales. Pero una cosa importante quiero decir, que cuando sale un garbanzo negro, nosotros mismos denunciado a ese garbanzo negro.
—¿Se refiere a un garbanzo negro en la Guardia Civil?
—Si, porque llevamos la disciplina interna a raja tablas parar mantener limpio el honor del Cuerpo. Porque los valores los pierden quien los pierde y a mi no me lo van a quitar nunca. Cada uno debe saber conservar esos valores a través de la familia, el respeto y la seriedad. Existe mucho desarraigo familiar en esta sociedad. Y la agonía de los mayores hace que sufran los pequeños.
—-¡Qué bonito! Capitán, soy hijo de guardia civil y sus enseñanzas son las mías. Por lo tanto mi vida se asemeja mucho a la suya. Le diré que desde la escala básica hasta las de mandos, conozco las entrañas de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Por consiguiente, desearía que transmita la admiración y respeto que le tiene este caballero cubierto, al Benemérito Cuerpo de la Guardia Civil.
—Muchas gracias José por acordarte de mí.