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Escrito en el metro

Ginkgo, el joven milenario

Porque se entendía que las almas no subían al cielo o bajaban a los infiernos, sino que se integraban en los árboles

Publicado: 17/02/2020 ·
17:16
· Actualizado: 17/02/2020 · 17:21
Autor

Salvo Tierra

Salvo Tierra es profesor de la UMA donde imparte materias referidas al Medio Ambiente y la Ordenación Territorial

Escrito en el metro

Observaciones de la vida cotidiana en el metro, con la Naturaleza como referencia y su traslación a política, sociedad y economía

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Si Oscar Wilde hubiese sabido que el secreto para la eterna juventud no lo tenía el diablo sino un árbol, es probable que retratase a Dorian Gray  de otra manera, en un hilo argumental más ecológico. Muchas culturas antiguas pensaban en el árbol como un universo en La Tierra.Se les mimaba en su infancia, se les enderezaba en su rebelde adolescencia y se les veneraba en su madurez porque se entendía que las almas no subían al cielo o bajaban a los infiernos, sino que se integraban en los árboles ascendiendo hasta las hojas, flores y frutos, o descendiendo a sus raíces para que la savia los purgaraantes de elevarlas hasta lo copa. Hoy algunos botánicos, como Mancuso, plantean que la estructura arbórea es tan longeva por tratarse de un agregado de organismos independientes que responden de manera cooperativa y solidaria. Para aquellas culturas la veneración por los árboles surgía de su consideración de ser organismos inmortales. Aunque las leyendas urbanas exageran la edad de algunos ejemplares, árboles milenarios viven hoy entre nosotros, incluso algunos parecen haber brotado antes del origen de las civilizaciones. Una de las especies que más sorprende a los botánicos es Ginkgo biloba, uno de cuyos ejemplares fue el único ser vivo que resistió a la bomba atómica que arrasó Hiroshima, a pesar de caer a escasos metros de él. Aquel Ginkgo sigue mostrando, sin un solo rasguño, una eterna juventud. Hace solo unas semanas se ha descubierto que los genes responsables de la respuesta inmune del Ginkgo no disminuyen su actividad con la edad, proporcionando los antioxidantes, las células inmunes y las hormonas que le permiten al árbol combatir los agentes patógenos y estresores durante toda su vida.Por el contrario, en otrasespecies, como la humana, a medida que envejecemos nuestro sistema inmunológico empeora. Así, Ginkgos de más de mil años tienen hojas sanas y producen semillas de calidad como uno joven. Ellos encontraron la eterna juventud sin necesidad de pactos diabólicos, convirtiéndose en retiro espiritual de almas. Una reflexión de este tipo se la oí hace tiempo al sabio Eduard Punset quien, admitiendo los certeros pasos de la Ciencia en este sentido, se preguntaba cómo sería todo si lográsemos la eterna juventud ¿Se lo imaginan?

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