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Sevilla

La vuelta al campus

La Universidad Pablo de Olavide reabre sus huertos con medidas de seguridad para sus usuarios

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  • Natalia Serrano en el huerto. -
  • Las parcelas han estado cerradas más de dos meses, hay mucha maleza y la cosecha de invierno no se ha recogido
  • Habrá aforo en parcelas y limpieza de los aperos de labranza con agua y lejía

Natalia Serrano recoge los ajos y las cebollas que plantó su compañera italiana del Máster de Agricultura Ecológica de la Pablo de Olavide antes de que se decretara el estado de alarma el pasado 13 de marzo. La Universidad no volverá a abrir sus puertas este curso para actividad docente como consecuencia de la pandemia del coronavirus, pero ya está recuperando actividades como la de los huertos que hay en el campus (55 parcelas repartidas en 3.500 metros cuadrados). Con medidas de seguridad específicas (no más de una persona por parcela, material de protección como mascarillas, guantes y geles y desinfección de los aparejos con agua y lejía después de cada uso), los usuarios de estos huertos (estudiantes, profesores y trabajadores ya jubilados del campus) están estos días adecentando sus parcelas, “asalvajadas” después de dos meses de lluvia y cerradas.  Lechugas, alcauciles, calabacines,  berengenas y habas, entre otras verduras, se han quedado sin recoger.  Ahora, en los huertos de la Olavide empiezan a plantarse las frutas y verduras de la nueva temporada (tomates, pimientos...) pero, sobre todo, se recupera la normalidad, que para sus usuarios pasa por entrar en “contacto con la naturaleza”.    

“Estas en casa confinado, aburrido, sin saber qué hacer y piensas en cómo estará el huerto, qué estará pasando con lo que plantaste”, reconoce Pablo Viveros, licenciado en Medioambientales por la Olavide a punto de hacer las maletas para irse, primero, a la campaña de los frutos rojos en Huelva y, luego, todo el verano a Portugal a recoger almendras.

Natalia es colombiana y no puede regresar a su país por el momento. “Después de dos meses encerrada en casa, volver al campo me ha dado la vida”, reconoce esta estudiante que anda dándole vueltas a la idea de irse a Alemania a trabajar en alguna finca donde pueda seguir aprendiendo sobre el campo.

Antonio González Rodríguez fue durante 20 años trabajador del animalario de la Olavide. Una vez jubilado sigue en contacto con la que fue su segunda casa. “Ya tengo la parcela más o menos lista”, presume mientras enseña las tomateras que ha sembrado de cara al verano.  

Para Pablo, Natalia y Antonio volver a su huerto ha sido un soplo de aire fresco después de 60 días en los que lo más que han visto son las cuatro paredes de sus casas. “A mí el campo me da la vida”, apostilla Pablo, que cuenta cómo el campo se ha trasladado también a las casas mediante sesiones y talleres de formación online. Concretamente, dos, uno sobre obtención de semillas y otro de biopreparadores, remedios naturales con los que combatir las plagas.

Antonio, el más mayor de los tres, está feliz en su huerto pero, con su mascarilla puesta recuerda: “El virus sigue estando ahí, así que toca ser responsables”.

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