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Martes 19/11/2024
 
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Jaén

“Escribir poesía es borrar y pulir. Sudo mucho mis poemas”

En Cultura VIVA, la poeta jiennense Begoña M. Rueda

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  • La poeta Begoña M. Rueda. -

Su pasión es la escritura. Se inició en la prosa y descubrió en la poesía un género “contundente” con el que rubrica versos que abordan, desde la subjetividad que la caracteriza, el mundo que ve, le rodea y preocupa, habiéndose convertido en una poeta con una prolífica carrera.

Begoña M. Rueda (Jaén, 1992) escribe desde que tiene diez años y llegó a la poesía en citas literarias de la capital como ‘Los encuentros de Lot’ (Bar Tijuana), donde conoció a poetas de la talla de Isabel Tejada, Yolanda Ortiz y Sergio Franco. “Me adentré en la aventura del género poético en veladas que me permitieron nutrirme. Comencé a leer poesía y aprendí de los poetas a los que escuchaba. Son mis maestros y a ellos debo mis raíces poéticas. La poesía me seduce porque me golpea, es un género contundente”, explica.

Lleva un año fuera de Jaén y agradece a la ciudad cómo la ha abrigado culturalmente. “Jaén es una ciudad que, poéticamente, vale mucho. Hay mucho talento poético, en varias generaciones. Siempre me he sentido abrigada en mi ciudad, Jaén, una capital tímida que guarda muchos tesoros”, dice. También oportunidades. “Jaén es un gran oportunidad y hay que saber aprovecharla”, valora.

A sus 28 años tiene publicados cuatro poemarios, fruto de su participación en concursos literarios que han avalado su calidad como escritora. “No ha sido un camino de rosas. Sudo mucho lo que escribo. Por fortuna, desde primera hora se ha premiado mi trabajo y mis obras han tenido muy buena acogida”, agradece.

En febrero de este año ha publicado la obra poética ‘Error 404’ (Premio XLVI Premio de Poesía Ciudad de Burgos), un diálogo con la era de las tecnologías,  las redes sociales, el feminismo y el declive ecológico. “El poemario juega con la poesía ciborg, la poesía informática. De ahí el nombre y su estructura, que hace un guiño a un ordenador. La primera parte es software y la segunda, hardware”, aclara.

Todo ello sin abandonar su cariz lírico. Aborda la poesía moldeando versos en código binario, expresando con registros más cotidianos temáticas que “remueven conciencia”, sin la necesidad de clavar la vista en una pantalla.  “La poesía tiene que ser accesible a todos. Si alguien no entiende tu poema es porque no lo has trabajado bien. Busco provocar, que quien lea no quede indiferente, mover a la reflexión”, dice.  

Escribir poesía es “borrar” para esta poeta. “No concibo la poesía sin dedicación. Pulo muchísimo lo que escribo. Rechazo clichés como que la poesía es un impulso. Es un oficio y supone mucho esfuerzo. Quien diga lo contrario es porque no está trabajando este género lo suficiente”, espeta.

Escribe a diario y el día que no lo hace, trabaja sobre el poema que creó días anteriores. “Siempre es un placer. Es mi liberación, mi vida paralela a la cotidianidad. Me aporta la paz de la creatividad”, dice.

Invita al acercamiento a los versos. “Lo mismo que es necesario respirar para vivir, necesitamos vivir en poesía. Queremos vivir deprisa y no pensar demasiado. La poesía te hace pensar y hay que leerla más. Muchas personas viven poéticamente y no lo saben”, argumenta. Su voz en una de las más populares en recitales. “Me encanta recitar versos. La poesía hay que compartirla y con cuantas más personas, mejor. El feedback con el público siempre enriquece”, valora.

Autora de los poemarios ‘Princesa Leia’ (II Premio de Poesía Joven Antonio Colinas, 2016), ‘Siberia es un estado de ánimo’ (I Premio Luis Cernuda de la Facultad de Filología de la Universidad de Sevilla, 2017) y ‘Reencarnación’ (Premio Complutense de Literatura 2018), está pendiente de la publicación de ‘Todo lo que te perdiste por meterte a monja’, paralizada por la pandemia del Covid-19.  

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