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Lunes 18/11/2024
 

San Fernando

Cuando decían "Por Dios, España y la Revolución Nacional Sindicalista"

Juan Luis Ruiz Delgado ve cómo la zapatería que abrió su padre en 1945 la lleva ahora con mano firme y viento favorable su hija Ángela, 75 años después.

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Juan Luis Ruiz Delgado ya no se asusta ni de las cámaras. Antes de comenzar la entrevista se atusa el pelo sobre la sien y dice “ya me he puesto bien el flequillo”. Está en el estudio en el que se graba El Ojo Mecánico, para 7TV, en la calle San Nicolás, sede de San Fernando Información.

 

Y la ocasión para esta entrevista lo merece. Son 75 años desde que la Zapatería San Rafael abrió sus puertas tras la licencia de apertura concedida por el Ayuntamiento a su padre, Francisco Ruiz Ferrer, el 5 de abril de 1945.

No es una licencia cualquiera la que tiene guardada junto a la suya propia y a la de su hija Ángela, la tercera generación de zapateros y zapatera. Y no es una licencia cualquiera porque está expedida Por Dios, España y la Revolución Nacional Sindicalista. La de aquellos tiempos cuando sólo había una y o la tomas o dos platos llenos.

Eran los tiempos en los que en La Isla de León se vivía bien porque había trabajo, había Marina (que siempre ha sido la Marina, lo de la Armada lo han puesto después) y había comercio, mucho comercio y buen comercio. Y luego fue mejor con los astilleros y la ciudad de las catorce cosechas, las catorce pagas más o menos grandes pero aseguradas, era la envidia de los pueblos de los alrededores que vivían mirando al cielo y al tiempo meteorológico.

Juan Luis entró en la zapatería de su padre cuando estaba en la barriga de su madre, así que dice que estuvo tras un mostrador incluso antes de nacer. Y conoció La Isla de los trabajadores de los astilleros, de la Constructora, los marineros saliendo a las seis de la tarde, todos a las seis de la tarde por la calle San Rafael hacia sus casas tras el trabajo o tras el servicio.

Luego, como sin saberlo, la Marina comenzó a trasladarse a Rota, poco a poco y un día, casi sin darse cuenta, llegaron unos señores de Madrid con un proyecto que en principio era Parque Bahía y luego Bahía Sur. Ofrecieron a los comerciantes locales la posibilidad de instalarse en esa gran superficie y les prometieron compensaciones por lo que iban a perder.

Cuando hicieron cuentas supieron lo que costaba instalarse en Bahía Sur y la mayoría no se quedó donde estaba. Los que fueron abandonaron pronto porque aquello fue como un detalle que tuvo la empresa, auspiciado por el Ayuntamiento, para no encontrar mucha oposición.

Las compensaciones no llegaron nunca y Bahía Sur se convirtió en lo que era el comercio local antes de parque comercial y el comercio local fue decayendo poco a poco mientras la Marina se iba yendo a Rota, el servicio militar dejaba de existir y los soldados cobraban y se alquilaban pisos en Chiclana. O en Cádiz. Y en La Isla. Pero ya no era lo mismo.

Juan Luis reconoce que no lo vieron venir. Y eso que el comercio tradicional ya era un comercio asociado, con unas estructuras capaces de forzar el brazo del Ayuntamiento. Juan Luis Ruiz fue uno de los fundadores de la Asociación de Comerciantes de San Fernando (Acosafe) que tenía que hacer las reuniones en un salón de celebraciones.

Pero aquello estaba muy bien hecho y la caída ya fue imparable. Un Plan de Protección del Casco Histórico que impide hacer un agujero en una pared para que sirva de escaparate y unos alquileres demasiado elevados para tan poco comercio, hicieron el resto.

La crisis de 2008, el auge del comercio por internet, un Centro Comercial Abierto que no funciona porque como dice el propio José Luis Ruiz esos centros deben de tener una gerencia para que nadie lleve el paso cambiado… Y ahora una crisis sanitaria a la que sigue otra económica que va a durar y va a acabar con un buen porcentaje de bares y comercios.

Sin embargo José Luis es optimista y cree que el centro tiene posibilidades precisamente en donde fallan los grandes comercios. La proximidad, el trato, el conocimiento del cliente, las facilidades, un producto diferente.

Ahora la Zapatería San Rafael la regenta su hija y la ha convertido en una de las mejores de San Fernando precisamente sabiendo dar lo que no dan los grandes. Y él sigue yendo por allí a ver si puede echar una mano o porque si se puso detrás del mostrador antes de nacer, cómo lo va a dejar ahora, con 71 años. Por lo menos respirar el negocio, porque sabe que él sólo puede dar consejos.

Quizá cuando esto se calme pueda hacer un acto de “agradecimiento” a la clientela, a los amigos de tantos años calzándose en su casa. Ahora el 75 aniversario le ha cogido en el confinamiento pero el viento sopla a favor de la tercera generación. Que no es poco.

 

 

 

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