Stoker asegura, en una entrevista a Efe, que el final abierto de Drácula hacía sospechar que su antepasado no quería despedirse definitivamente de su vampiro pues el relato de su muerte –fue asesinado con un cuchillo, tras lo cual se convirtió en polvo–, “no era el adecuado para acabar con los vampiros según el propio autor explicaba en su novela”.
Drácula, el no muerto, publicada por Roca Editorial y escrita a cuatro manos junto con el historiador Ian Holt, fue calificada ayer por el escritor Javier Sierra en la presentación como “la mejor secuela de Drácula”, convencido de que hará “las delicias” de los seguidores de Bram Stoker, “incluso de los más puristas”.
Dacre destaca que esta continuación es un homenaje al creador de Drácula, un escritor al que quiere devolver el prestigio y la dignidad y aclarar que “no estaba loco”.
“No solo creó un vampiro universal, sino que abordó en Drácula otros temas como los derechos de la mujer, la sexualidad, la inmigración o la naturaleza mística de la inmortalidad”, dijo a Efe Dacre Stoker.
Drácula vio la luz en 1897, después de siete años de trabajo durante los cuales Bram Stoker hizo miles de anotaciones. Más de un centenar de ellas han sido rescatadas por su biznieto de un museo de Philadelphia y han servido para devolver la vida a sus protagonistas y dar aparición a otros personajes que finalmente el autor no incluyó en el original.
Stoker está convencido de que todo el que disfrute con historias de vampiros volverá a pasarlo bien con esta secuela que respeta el original, no así la fórmula epistolar, y que está cocinado con los mismos ingredientes que hicieron de Drácula un clásico de la literatura.
También del cine, pues ya piensan en la adaptación cinematográfica de la novela, una película que ya cuenta con un guión de Ian Holt y que Stoker desearía que interpretaran Johnny Deep, en el papel de Drácula; Collin Farrell, para Quincey y una actriz del estilo de Catherine Zeta Jones o Penélope Cruz para condesa.