Se trata de un hallazgo que la hispanista Laurie-Anne Laget, profesora de la Sorbona, hizo hace meses en una de las 65 cajas llenas de manuscritos, apuntes, fichas y libros en la Universidad de Pittsburgh, Estados Unidos, depositadas por la viuda del escritor en 1970.
Así, esa frase breve, ese dardo poético y satírico llamado greguería y que Gómez de la Serna (Madrid, 1888-Buenos Aires, 1963) creó en 1910, en un principio de siglo en el que se erigió como el escritor más vanguardista y moderno, receptor de todos los ismos, no solo de España sino de Europa, vuelven para el deleite imaginativo, ilustradas con 15 imágenes que Chema Madoz ha realizado basándose en los textos.
Todas estas nuevas greguerías escritas por Ramón en los últimos años de su vida, entre los años 58 al 61, como relata a Efe Laget, “porque Gómez de la Serna escribió greguerías hasta los últimos días de su vida”, estaban preparadas, junto con otras, para ser un libro futuro que no llegó a editarse, al que el autor ya había puesto título: Nuevas greguerías.
Otras las había enviado al diario La Nación de Buenos Aires y al ABC en Madrid.
Esta caja con las Nuevas greguerías contenían 500 folios y en cada folio había escritas, “a bolígrafo y algunas tachadas –“las que no eran redondas o perfectas según él”, dice la profesora–, alrededor de 10 ó 12. Todas inéditas.
“Parece que su mujer –aclara Laget– había tachado también las más eróticas o un poco incrédulas. Yo he seleccionado las más perfectas, las más plásticas, para establecer una relación más íntima con las imágenes de Madoz. Pero todas pertenecen a un Ramón más maduro, muy interesante, que nos ayudará a conocer a esa figura tan rica y compleja. Porque Ramón está siempre por descubrir”, añade.
“El nenúfar es una flor que se escapó de los árboles para navegar en las aguas”; “Capitalista: gimnasta de muchos teléfonos”; “La tabla de planchar está vestida con una camiseta de rayas”; “Los pulpos son los guantes del mar” o “¿Qué hace la luna en el estanque? Se está lavando la cara”, son solo algunas de las perlas de Ramón que ahora han visto la luz.
Las greguerías, esta metáfora visual o juego con el lenguaje, pintadas con humor y muchas veces el absurdo y en la que siempre hay un elemento de sorpresa para el lector, no es el único género que cultivó este escritor, que tuvo gran influencia en la Generación del 27.
También hizo teatro, ensayo, relatos, novela corta, larga, y la biografía. Destacan sus libros dedicados al Circo, a las tertulias del café Pombo, que el creó, o Senos, su especial mirada sobre los pechos femeninos.
Muchos de ellos escritos en su Torreón de la madrileña calle Velázquez, donde hoy se sitúa en el Hotel Wellington, un espacio barroco, como un camarote atiborrado, con aires circenses.