El hotel podría estar en cualquier ciudad española y el robot, ahora en desarrollo, forma parte de un proyecto del centro tecnológico Cartif, en el parque tecnológico de Boecillo (Valladolid), y que se está llevando a cabo junto a la Universidad de Vigo.
Eduardo Zalama y Jaime Gómez, los directores de este proyecto del centro Cartif, explican a Efe que esta iniciativa está enmarcada en la robótica social, que busca la interacción del hombre con la máquina, de cara a ofrecer algún servicio concreto.
Sacarino, el nombre que recibirá este robot en homenaje al personaje El botones Sacarino del dibujante Francisco Ibáñez, tiene un antecesor, Arisco, una cabeza mecatrónica a la que los investigadores han dado gran capacidad de interacción.
Arisco es capaz de detectar caras y fuentes sonoras, hacer seguimientos visuales y detectar gestos, esto último aún en desarrollo. Esta cabeza está compuesta, entre otros elementos, de dos cámaras de pequeño tamaño, está capacitada para mantener una conversación “amena” y conectarse a internet para descargar y dar al usuario datos del tiempo o las noticias.
Arisco es un robot que da información pero no puede desplazarse, por lo que la creación de Sacarino supone un paso más en la investigación robótica de este centro tecnológico, ya que este androide, además de interaccionar con el usuario, tendrá movilidad y un comportamiento autónomo lo que le permitirá recargarse él solo las baterías.
El robot, que medirá metro y medio, incluye sensores de tipo láser, ultrasonido y cámaras.
Para Jaime Gómez y Eduardo Zalama, el principal escollo es conseguir que Sacarino no se pierda, por lo que, en un futuro, habrá que incorporar un mapa del entorno, ya que, entre otras cosas, deberá encontrar el ascensor, subirse y buscar la habitación.
Este robot puede ser extrapolable a otros lugares, como oficinas u hospitales, donde podría llevar el correo o medicinas, según los investigadores.
En el departamento de robótica y visión de este centro, donde trabajan 20 personas, además de esta iniciativa, se están desarrollando otros proyectos, también dentro de la robótica de servicios.
El primer robot que se hizo fue uno para el Museo de la Ciencia de Valladolid, que trabajó durante tres años en las instalaciones.
Luego se han realizado robots para la inspección de los sistemas de alcantarillado y la limpieza de aire acondicionado, una máquina de entre 20 y 30 centímetros con un brazo articulado.
El proyecto Robauco incluye el despliegue de robots móviles para tareas complejas, como la extinción de incendios.
En concreto, se trata de un vehículo con ruedas, preparado para desplazarse de forma autónoma por recintos de exterior e interior como bosques y plantas industriales realizando tareas de supervisión y vigilancia, así como localizar incendios.
El robot dispone de numerosos sensores que le permite detectar el entorno y sortear obstáculos.
Además, está equipado con sistemas de comunicación redundantes: radiofrecuencia, wifi, wimax y GPRS lo que permite la teleoperación del robot a grandes distancias, incluso desde cualquier lugar del mundo que tenga conexión a internet.
Según Eduardo Zalama y Jaime Gómez, en España “estamos bastante bien” en investigación robótica, prueba de ello es que España está entre los diez primeros países por desarrollos y publicaciones científicas.
Según el Libro Blanco de la Robótica publicado por el Grupo Temático de Robótica del Comité Español de Automática, España cuenta con 42 grupos científicos muy activos en el campo de la robótica, que realizan su actividad en universidades y centros tecnológicos.
Estos investigadores recuerdan que cuando se puso en marcha el ferrocarril existió miedo a que éste pudiera afectar negativamente a las personas y el resultado fue el contrario.
Esto podría trasladarse al siglo XXI y a los robots, pero la robótica social pretende estar “más cerca” de las personas.
“Estamos pensando en gente con dificultades para conectarse, por ejemplo, a internet, para subir o bajar escaleras”, manifiestan estos investigadores, quienes se preguntan “¿a quién no le gusta que le limpien algo de la casa o traigan un vaso de agua?”.
La robótica aplicada al mercado hotelero puede ayudar a facilitar la estancia de los usuarios, aunque la cercanía que puede ofrecer una persona seguirá siendo fundamental, según fuentes del sector.
El éxito a corto plazo pasará por aprender a combinar los recursos humanos y tecnológicos.
Por ejemplo, el uso de la tecnología permite a las cadenas hoteleras conocer los hábitos y preferencias de sus huéspedes, lo que permite ofrecer un mejor servicio y ser más competitivos.
Antes de diez años habrá una comercialización masiva de robots de servicio, según los investigadores de Cartif, que, como dijo Bill Gates, será una revolución semejante a la del ordenador en los 70.
Expertos en psicología social creen que, si bien es complicado hacer predicciones sobre tecnología, para que los robots puedan triunfar deben ofrecer ventajas muy claras, “si no nos aburriremos”.
Fuentes de la Universidad Autónoma de Barcelona han señalado a Efe que está “muy probado” que a los europeos del sur “nos gusta relacionarnos”, de lo que hay pruebas contundentes, como la rápida y masiva difusión del móvil o las redes sociales como facebook.
“En general, nos interesan las máquinas más como elemento de mediación con otras personas que no en sí mismas”, según las mismas fuentes, que reconocen, no obstante, la receptividad en el caso de que éstas ofrezcan ventajas considerables, como el robot que aspira, el cual “está entrando con cierta fuerza en los hogares españoles”.
Éste tiene algunos inconvenientes de mantenimiento, opinan los mismos expertos de la universidad catalana, pero sus ventajas son muy claras: tener la casa limpia sin mucho esfuerzo.