Una interminable ovación despedía ayer a Jesús Bienvenido tras la culminación de un espectáculo redondo con alma carnavalera y sabor a gaditanismo puro. Los nostálgicos del Carnaval saciaron su sed de pasodobles y cuplés en un año de triste sequía de coplas gracias a un Bienvenido que, fiel al estilo que ha marcado su trayectoria carnavalera con sus inolvidables comparsas, fue crítico, certero y mordaz en sus críticas y alegre, simpático y canalla en su ritmo. Magistral en la interpretación de un espectáculo teatral bien hilado que sorprendió y llegó de lleno al público que completó el aforo permitido en el Teatro San Francisco y que agradeció el despliegue de arte sobre el escenario.
En él, el náufrago Bienvenido en su balsa con su vela de sábana de franela sigue su propio rumbo en busca de un trocito de tierra o algún otro balsero con quien compartir destino después de que una ola gigante se tragara toda la tierra conocida. Tratar de explicar a su única compañía, la espina de no se sabe muy bien qué pescado Willy, cómo era Cádiz y la pureza del carnaval no es fácil, pero con su artesanal pito de caña y su melódica caña de pescar lo intenta. Una letrita a la caleta de su vida, agüita de mayo para los carnavaleros, un recuerdo a su Cádiz, ese reino donde las mojarras viven como reinas bajo el agua, donde habitan los poetas sureños, con atardeceres de ensueño… Y Willy empieza a comprender y se atreve hasta a componer un estribillito: Balsero, balsero, balsero… Y luego el uno… ¡Caí puro!
Pero el Carnaval también es crítica y Bienvenido reivindica un futuro “que será feminista o no será”. Y se acuerda de los nostálgicos, “pero uno es nostálgico de las cosas buenas, Willy, no se puede ser nostálgico de la guerra y la violencia”. Letras también para el recuerdo de esas dos grandes figuras que dejaron huérfano el Carnaval, Juan Carlos Aragón y Manolo Santander, a los que rinde su particular tributo.
La nostalgia y la soledad a punto está de llevar a la desesperanza total a este particular balsero que arría la vela y se deja a su suerte cuando, de pronto, un particular mensaje en una botella le devuelve la fe. Y el camino continúa. No va a la deriva Bienvenido quien defiende con total acierto este espectáculo metacarnavalesco con el que demuestra que es posible disfrutar de la fiesta gaditana por antonomasia más allá de febrero.