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Mireia Belmonte y Craviotto lideran una España de alegría, corazones... y móviles

Alegres y contenidos, impecables en su vestimenta, con tímidos saltos, algún corazón formado con los dedos y muchos móviles para inmortalizar el momento

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Belmonte y Craviotto.

Belmonte y Craviotto.

Alegres y contenidos, impecables en su vestimenta, con tímidos saltos, algún corazón formado con los dedos y muchos móviles para inmortalizar el momento, España desfiló en la apertura de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 abanderados por la nadadora Mireia Belmonte y el piragüista Saúl Craviotto.

En una ceremonia excepcional por la ausencia de aficionados en el Estadio Olímpico, planteada para la realización televisiva con grandes fuegos artificiales que partían de la cubierta del estadio y con guiños tecnológicos como la banda sonora de conocidos videojuegos como acompañamiento musical del desfile, España formó parte de la primera mitad del desfile, con el orden determinado por el alfabeto japonés, en el puesto 88 tras la delegación de Sudán.

Sin la algarabía de la delegación argentina, una de las primeras y que llegó a parar el transcurso del desfile unos segundos al pararse a saltar en el centro del estadio, pero con mucha más alegría y animación que buena parte de las 87 delegaciones que la precedieron, una cincuentena de los 321 deportistas españoles de estos Juegos salieron al estadio olímpico.

Encabezados por Saúl Craviotto y Mireia Belmonte, mucho más acompasados portando la bandera que la mayoría de los abanderados que los precedieron, sonrientes por debajo de las mascarillas rojas que tapaban su rostro y que se han convertido en la marca inexcusable que toda la humanidad ha tenido que aceptar en el último año y medio, los españoles marcharon en el arranque de Tokio 2020.

Ataviados con chaqueta blanca, polo rojo y pantalón azul ellos, y con vestido rojo y chaqueta blanca ellas, salieron al estadio algo cohibidos, móviles en ristre para inmortalizar el momento.

Conforme fueron avanzando la alegría se exteriorizó algo más: un corazón formado con los dedos a cámara, manos arriba por parte de las jugadoras de baloncesto como Laia Palau, besos a la cámara de su compañera Leonor Rodríguez.

La salida, las cámaras, provocaron también saltos, manos que señalaban a las pantallas donde se veían retratados en un momento histórico.

Desde el palco saludaban Juan Antonio Samaranch, exvicepresidente del Comité Olímpico Internacional, y Marisol Casado, presidenta de la Federación Internacional de Triatlón (ITU) y miembro también del COI.

España se fue animando conforme pasaron los metros del pasillo que permite el lucimiento de cada delegación en el incesante y agotador paso de deportistas que es una inauguración de unos Juegos Olímpicos.

Tanto se animaron los deportistas españoles que acabó saltando tímidamente, de menos a más, como espera que sea la alegría del deporte español durante estos Juegos, en los que tiene el anhelo de superar las 22 medallas de Barcelona 1992, tope histórico del olimpismo español.

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