En sus años como eurodiputado y posteriormente como ministro, Miguel Arias Cañete se veía obligado a viajar por todo el mundo. Amante y buen entendido de la buena mesa, pasó por mucho de los mejores restaurantes del planeta, y para no afear el detalle del anfitrión de turno se vio obligado a comer ojo crudo de camello e insectos. 
Por eso, cuando regresaba a Jerez se entregaba a la cocina sana, con productos de calidad y el mínimo tratamiento que le procuraban tres establecimientos emblemáticos: La Posada, Las Bridas y la Venta Esteban. En el primero, ya cerrado, Fátima y Ramón tenían fama de manejar la plancha como nadie y acompañarla con una ensalada de lechuga que no se ha vuelto a dar. En Las Bridas, que también pasó a la historia de la hostelería local, la ensaladilla, los revueltos y el producto fresco de Manolo eran garantía. 
De los tres mencionados, el único que sigue abierto es la venta que llevan los hermanos Ballesteros en la zona de Caulina. Allí nos citamos con este jerezano adoptivo que nos cuenta que en su etapa de ministro, y en apoyo a los productores cárnicos, tuvo que zamparse a las cinco de la mañana un plato de casquería, “pero no con un café con leche como pretendían, sino con tinto”.