Síndrome de Hubris

Publicado: 16/09/2023
Autor

Fernando Arévalo Rosado

Médico. Colaborador en Viva Barbate, Radio Barbate, Portal de Cádiz, SER deportivos, Onda Conil y Canal Sur (Salud al día)

A curarse en salud

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Las principales características de este síndrome son sentimiento de superioridad, desmedida preocupación por su imagen, el rival debe ser vencido...
Hubris es un término que proviene del griego ‘hybris’ que significa desmesura. El síndrome de Hubris es una enfermedad de tipo psiquiátrico en el que aparece un ego desmedido, arrogancia, orgullo, narcisismo, vanidad, normalmente desencadenado por el poder y potenciado por el éxito.

Durante la historia ha habido personajes que se pueden diagnosticar como síndrome de Hubris, como Prometeo, que no tenía miedo a los dioses y engañó a Zeus, a quien le robó el fuego para regalárselo a la humanidad. A cambio Zeus al descubrirlo, le condenó a que un águila se comiera todos los días su hígado, para que creciera al día siguiente y lo volviera la rapaz a devorar. Otro ejemplo de síndrome de Hubris sería Adán y Eva que desafiaron a Dios y le desobedecieron con arrogancia, para comerse la manzana que les ofrecía la serpiente.

En la infancia, se puede asemejar, a ese líder arrogante que intenta destacar y obliga al alumnado a mal comportamiento o abusa del más débil (bullying).

Las principales características de este síndrome son: sentimiento de superioridad sobre los demás, desmedida preocupación por su imagen, el rival debe ser vencido a cualquier precio aunque sea un desconocido (ausencia de autocrítica), rabia y rencor hacia los que se posicionan al lado del rival, desprecio por el consejo de quienes le rodean y alejamiento de la realidad exagerando al contar las cosas.

El síndrome de Hubris ha tenido un buen aliado en la última década con el auge de las redes sociales. Es una manera de hacer público y demostrar ese ego desmedido, mostrándose como ejemplo ante la sociedad, como el líder a seguir, como el salvador de los problemas y la solución de los débiles o de la ciudadanía. Otras veces como ese mundo perfecto y encantador rodeado de viajes y placeres que ocultan una realidad bien distinta y que se adorna más de lo que se debería. Un mundo creado por el narcisismo con enfrentamientos mediante comunicados, que no dejan lugar a la crítica aunque sea constructiva, ni al diálogo cara a cara, que creen en la absoluta posesión de la verdad y la razón y no deja espacio para la reflexión y la autocrítica.

Sin duda, esta enfermedad puede acarrear trastornos de la conducta como envidia o rencor y enfermedades mentales concomitantes como ansiedad y depresión. Estamos ante la que se puede considerar como la pandemia del siglo XXI.

Seguro que mientras lee este artículo se le han venido ejemplos a su cabeza de personas con un posible síndrome de Hubris, que su calificativo es el de necio, terco o cabezota y llevan hasta sus últimas consecuencias sus ideas por no dar la razón.

¡Dónde queda la tolerancia, la empatía, la humildad y el reconocimiento de la culpa!.

Me quedo con la frase de la antítesis de Hubris que bien podía ser Mahatma Gandhi: “Cuando el ego muere, el alma despierta”.

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