Uno se mezcla entre el gentío en esta mañana de septiembre en la que el sol todavía pica con la sensación de contemplar una reliquia del tiempo que, sin embargo, permanece aún entre nosotros. La 334ª edición de la Feria de Ganado de San Mateo arranca entre pocos ejemplares equinos, algunos tratantes y sobre todo muchos curiosos que bajan, en el caso de los más pequeños, por primera vez, para conocer lo que es una feria de ganado, o lo que queda de ella.
En cualquier caso, su mera pervivencia es ya algo destacable, y en cualquier caso, añade una esencia castiza y un componente de pintoresquismo a esta feria de Septiembre. El encuentro, no en vano, viene convocándose desde el siglo XVI en nuestro municipio. Concedido a la ciudad por privilegio de Carlos II en el año 1688, la historia nos dice que esta feria y otras de su mismo perfil, alcanzaron tal importancia durante la segunda mitad del siglo XIX y primeras décadas del XX que una parte muy considerable de las ventas ganaderas tenían como escenario los mercados pecuarios. A estos acudían los campesinos locales pero también los grandes tratantes de ganado de todo el país que eran los que adquirían los animales para las labores agrícolas y para el abastecimiento de los grandes mercados urbanos. Posteriormente, con la mecanización de las labores agrícolas, ferias como esta perderían gran parte de su peso económico.
Cabe recordar que la Real Feria de Ganado alcalaína es específicamente equina y está abierta a la exposición y compra-venta de animales de cualquier procedencia. Como es habitual, cuenta con la asistencia de un veterinario habilitado para la expedición de guías de movilidad. Este domingo celebrará su segunda y última jornada, en horario de 9 de la mañana a 3 de la tarde.
