Que en las prisiones se conozcan historias de homicidios o asesinatos no es una novedad, pero lo que no es tan normal es que lo hagan a través de una novela negra como ‘El límite de Roche’ (Letrame Editorial), cuya escritora, la periodista María Jesús Peregrín, ha podido presentar a un grupo de internos del centro penitenciario ‘El Acebuche’ de Almería.
Más que una presentación en sí, el encuentro de este martes se convirtió en un auténtico toma y daca en el que reos como David confesaban que habían puesto sobre el papel su vida (“se me ha ido un poco la mano, ya van unas 1.700 páginas”) y que incluso habían contactado con una productora de Netflix (“me mandaron una carta a la prisión para decirme que no”).
Peregrín, conocida por sus muchos años en Canal Sur, donó a esta cárcel una decena de ejemplares de su cuarto libro, y asegura en una entrevista con EFE que las prisiones no le son ajenas. “Mi padre fue director de la prisión de Larache, en Marruecos. Nací cerca de una prisión y la historia de los centros penitenciarios forma parte de mi vida”, apunta.
Asegura que su progenitor le enseñó que es necesario estar cerca de “las personas que no tienen libertad”. “En un centro penitenciario hay mucha gente que no tiene la posibilidad de salir a comprar un libro para leerlo. En el caso de El Acebuche, que es un poco especial, tiene una biblioteca especial, pero no tienen la libertad de comprar el último libro de Murakami”, señala.
“Siempre he pensado que la literatura te hace libre”, dice Peregrín, que por eso no dudó en realizar esta donación y posteriormente presentar su obra en esta cárcel. Ya lo había hecho antes con otros de sus títulos, pero en esta ocasión el interés ha sido incluso mayor, algo que achaca al tratarse de una novela negra.
Algo que también hace más difícil este intercambio. “Estás hablando con personas que han cometido crímenes, que no tienen libertad pero no sé por qué. Es delicado porque puedes herir susceptibilidades. Al final, al tratarse de una ficción, puedes tener más libertad para hablar de los personajes, del asesinato, de que hay un hombre malo que parece que tiene doble personalidad”, añade.
A pesar de que ha tenido que “medir más las palabras” que en otros momentos, los reos han podido mostrar su interés por la trama y también por el proceso creativo. “El ser humano se tiene que expresar. Probablemente, aunque no lo confiesen, más de uno está escribiendo sobre lo que le pasó, lo que hizo, cómo ocurrieron los hechos y cómo fue su vida”, considera la escritora.
De hecho, algunos de los presos han podido señalar el efecto terapéutico y hasta de autodescubrimiento que ha tenido para ellos poner por escrito su existencia. Por ejemplo, uno de ellos escribe todos los días un diario, así desde que ingresó en prisión.
“Han tomado muchísimo interés y además es una parte muy hermosa de la creación literaria, el conocer cómo te organizas como escritora, en qué piensas para construir una novela y cuáles son los pasos que vas dando”, manifiesta Peregrín.
Precisamente, la periodista cree que ‘El límite de Roche’ ha sido su obra más compleja. “Me siento muy orgullosa de esta novela, porque ha sido muy difícil de armar. Era un puzzle complicado con muchos personajes que se iban cruzando. Es mi primera incursión en la novela negra como tal y no se pueden dejar cabos sueltos”, afirma.
“Me he esforzado mucho en tratar de construir una novela lineal en la en la que el lector estuviera muy entretenido, en la que el lector aprendiera un poco de astronomía. Se titula ‘El límite de Roche’, que es un término de astronomía que se refiere a la distancia mínima en la que un objeto puede orbitar alrededor de otro por su propia gravedad antes de ser absorbido por el más grande”.
El protagonista, el perfumista Enzo Marchetti de Florencia, sufre una serie de lagunas de memoria que mantienen en jaque a la policía que investiga la aparición de un cadáver en extrañas circunstancias y su relación con otros asesinatos del pasado. Y aunque no se lo planteó de esa forma, ahora puede “tener la lectura” de ser una esquizofrenia.
Algo que destacan precisamente los internos, que también comparan los efectos de esta enfermedad con los que ha podido provocar en algunos de ellos el consumo de ciertas drogas, por ejemplo.
Lo que sí tiene claro es que su experiencia como periodista tiene su poso en esta ficción. Tanto en la forma de escribir, como por las experiencias vivida. “He vivido situaciones de violencia de género. Por ejemplo, he llegado a mi trabajo y me he tenido que ir a Carmona (Sevilla) porque un profesor que era muy bien considerado en el pueblo ha matado a su mujer”, revela.
“Tú estás allí, hablando con toda esa gente que te dice que el profesor es magnífico, un hombre maravilloso, pero la realidad es que ha matado a su mujer, y ese impacto te lo llevas como periodista y luego lo tienes que contar. Hay una parte de ti que se queda y luego va saliendo. En otra profesión por podría saber y haber vivido todo lo que yo he vivido”, concluye.