El Museo Arqueológico de Almería ha recibido la visita de 9.737 personas que, entre el 8 de abril y el 5 de mayo, se han acercado a contemplar 'El bufón Calabacillas', uno de los retratos más conocidos de Velázquez que se ha expuesto en el centro gracias a la cesión realizada por el Museo del Prado dentro del proyecto 'De gira por España' con motivo de su bicentenario.
Fuentes del Gobierno andaluz han indicado a Europa Press la buena acogida que ha tenido la exposición del cuadro durante los 23 días en los que se ha ofrecido su contemplación al público, de modo que más de 420 personas de media diaria han acudido a observar la obra del pintor hispalense.
En este sentido, han destacado la gran afluencia de público durante el último día de la muestra, que tuvo lugar el domingo 5 de mayo, cuando el centro museístico abrió solo en horario de mañana y recibió 1.122 visitas en apenas seis horas. El Museo despidió la exposición con el verso de Francisca Sánchez.
La iniciativa ha permitido contemplar este lienzo, que se expone en la sala 15 del Museo del Prado de forma habitual, en el Museo de Almería, que fue elegido como espacio dentro de Andalucía por sus características y su seguridad, siendo uno de los mejores del país según los criterios aplicados por El Prado.
Hasta la fecha, 'El bufón Calabacillas', uno de los más representativos de Velázquez, solo ha participado en dos exposiciones fuera de sus instalaciones: 'Velázquez a Capodimonte', organizada por el Museo di Capodimonte de Nápoles en 2005, y 'Velázquez', del Kunsthistorisches Museum de Viena en 2014.
La presencia de Velázquez en el Museo de Almería ha supuesto así una ocasión para reconocer el tratamiento técnico de este gran maestro del Barroco, sobre todo en lo que se refiere a la cabeza, realizada a base de un eficaz difuminado.
'El bufón Calabacillas' es un óleo sobre lienzo fechado entere 1635 y 1639 que procede de la Colección Real. Retrata a Juan Calabazas que sirvió primero como bufón del cardenal infante don Fernando de Austria y en 1632 pasó al servicio del rey, para morir siete años más tarde.
Es uno de los varios retratos de enanos y bufones de Velázquez que basan su eficacia comunicativa en la presencia de imponente del personaje en un primerísimo primer plano, su ubicación en un lugar indeterminado, su extraña y casi descoyuntada postura y su expresión insólita.
