Mientras que el común de los mortales reconoce a polacos como a Lewandowski, el enorme futbolista del Bayern, a su primer liberador con el sindicato Solidaridad y presidente carismático, Lech Wałęsa, premio Nobel de la Paz, y a su papa de dimensión estratégica, Karol Wojtyla, ahora le ha tocado a Polonia un turno más antipático. Los primeros ministros de Hungría y de Polonia, Viktor Orbán y Mateusz Morawiecki llevan años echando un pulso a la Unión Europea por cuestiones ideológicas. Un nacionalismo y conservadurismo claramente antiliberal impregna la vida de Hungría y Polonia y pone en entredicho los valores fundacionales de la UE.
La libertad de prensa restringida, la separación de poderes en gravísimo peligro, los derechos de la mujer bajo estricto control y la discriminación declarada a los sexualmente libres en su elección diferenciada son los aspectos que la Comisión y el Parlamento europeos no admiten. Hasta ahora el conflicto ha sido de baja intensidad, pero el desafío lanzado por el Tribunal Constitucional de Polonia declarando que el derecho polaco está por encima del comunitario ha roto las hostilidades en campo abierto.
Hoy se produce el primer debate cara a cara en el Parlamento Europeo. ¿Qué resultará de esta batalla insólita? Nada bueno para Polonia (y Hungría). Es evidente que si la Comisión y el Parlamento plantean medidas sobre los fondos europeos que han regado estos países (como ha sucedido con España) les obligarán a adoptar medidas de recortes presupuestarios insoportables para ambos. Pero en la Unión Europea los postulados polacos y húngaros tienen sus quintacolumnistas. En todos los pases hay partidos que defienden lo mismo, aunque son minoritarios hasta este momento. El PP en el Parlamento Europeo no ha estado, por cierto, nada contundente.
Sucede en Francia e Italia, por destacar sólo a dos grandes naciones europeas. Lo ha defendido en Madrid el partido ultraderechista. La Agenda España que señala dicho partido es lo mismo: primar lo nacional sobre lo europeo, presentar lo foráneo como dañino para España. Nos hallamos ante una crisis europea y está por verse que la Unión disponga de fuerza para hacer de la crisis una palanca para seguir adelante con una agenda verdaderamente europea, la que pusieron en marcha -tan exitosamente para España- la mutualización de la deuda y los fondos Next Generation, cuando arreciaba la crisis de la pandemia.