Ammann ganó con claridad, al refrendar, con el mejor salto de la competición –108 metros– en la manga decisiva, el liderato que detentaba tras el primer intento. Superando en tres metros su primer salto, el helvético sumó un total de 276 puntos y medio, siete más que el polaco Adam Malysz, que capturó plata.
Y Gregor Schlierenzauer, la joven estrella del potente equipo austriaco –ganador de la última edición de la Copa del Mundo, competición en la que lleva 32 victorias a sus 20 años– también se fotografió en el primer podio de los Juegos, un cajón de lujo.
Ammann era un perfecto desconocido para el gran público antes de los Juegos de Salt Lake City. Pero en la cita olímpica de Utah ganó oro en ambas rampas y saltó a la fama al ser apodado Harry Potter, por su mágica gesta y por su parecido físico con el actor que encarnó en el cine al personaje de J.K. Rowling.
Ayer el mago volador firmó un nuevo truco que no fue más que el resultado de una preparación a conciencia para una prueba en la que refrendó el sensacional momento que vive: Ammann no es líder de la Copa del Mundo 2009-10 por casualidad.
Ayer dejó a Suiza a tiro de uno para anotarse su medalla número 300 en unos Juegos –tanto de verano como de invierno– y se colocó asimismo a un paso de hacer historia si repite la exhibición de hace ocho años y gana de nuevo, el próximo sábado, en el trampolín largo del Parque Olímpico de Whistler.
Si lo consigue, se convertiría en el segundo saltador de toda la historia que gana cuatro oros olímpicos, uniéndose al mítico finlandés Matty Nykaenen, que hizo pleno en la anterior cita invernal que tuvo lugar en Canadá, la de Calgary’88 –ganó en ambas rampas y por equipos–, después de lograr el título en trampolín largo, cuatro años antes, en Sarajevo.
Ammann saltó 105 metros en el primer intento para sumar 135,5 puntos, dos y medio más que los que contabilizó el alemán Michael Uhrmann, que perdió toda opción a medalla en el segundo salto, en el que descendió al quinto puesto final.
Circunstancia que aprovecharon el resto de los primeros clasificados para ascender un puesto en la clasificación final.
La primera referencia buena la había marcado Janne Ahonen. Apodado la máscara por su semblante inexpresivo, el finés –tercero en la lista histórica de triunfos en Copa del Mundo (36) y plusmarquista en podios (108)– regresó tras un año sabático para buscar un último intento de gloria olímpica, a los 32 años.
Ayer salió del parque de saltos de la Columbia Británica con el amargo sabor que deja el cuarto puesto en una competición de este tipo.
Su marca fue superada, primero, por Schlierenzauer, la joven estrella tirolesa, que aumentó su ya de por sí brillante palmarés con su primer trofeo olímpico. Y, más tarde, por Malysz –cuádruple ganador de la Copa del Mundo, en la que lleva 38 victorias, sólo superadas por Nykaenen–.
El polaco capturó ayer su tercera medalla olímpica, después del bronce (en corto) y la plata (en largo) que ganó en Salt Lake City. Uhrmann dejó escapar su oportunidad. Y Ammann no sólo no falló, sino que volvió a superar a todos en la segunda ronda, para mayor alegría de sus compatriotas que le vitorearon en Whistler.
Por otra parte, el descenso de esquí alpino masculino, que estaba programado para ayer, se disputará, si el tiempo no lo impide, mañana a las 10.30 hora local (19.30 CET), informaron los organizadores.
La supercombinada femenina, que iba a ser hoy, ha sido reprogramada para el jueves 18 de febrero, con el descenso a las 10.00 (19.00 CET) y el eslalon, a las 13.00 (22.00 CET).