Da muchas veces la impresión que vivimos en una permanente apuesta, en la que en ocasiones ganamos y en otras perdemos, aunque siempre lo solemos hacer con un coste tanto en uno como en otro caso, por tanto aquel que piense que puede ir por la vida en un espectáculo de ganar ganando , es que ha perdido el sentido de la realidad y es un tanto carajote.
Así que a la larga son más las apuestas perdidas que las ganadas, y no es incidir en una visión pesimista de nuestro mundo, sino que en cada momento tenemos un orden de prioridades y podemos , en ocasiones, dejar un hueco para la improvisación.
Entre el mostrar y el esconder, vamos descubriendo todo lo que se puede decir en poco tiempo y con pocas palabras, qué desafíos podemos afrontar, y que retos y desigualdades podemos superar. A veces hay cosas fáciles que no somos capaces de dar con la tecla y otras que parecen imposibles pero lo conseguimos.
Hay quienes pierden todas las apuestas , porque no saben superar el egoísmo, su insolidaridad y su actitud miserable,, alentan las insumisiones y el incumplimiento de la Ley , en algunos casos cuando son los primeros que tienen la obligación de cumplirla y hacerla cumplir.
Es una apuesta perdida empecinarse en volver atrás en la historia para repetir sus errores, estar preocupados en cuestiones sin remedio, ser asincrónicos y desproporcionados y convertirse en los vigilantes de que la gente tenga miedo y si es posible que sean rehenes del pánico.
Tienen el pulso perdido de antemano, aquellos que en lugar de mantener la calma y cautela ante las situaciones complicadas se muestran oscuros y tenebrosos, no saben aguantar el tipo, resultan por sus actuaciones incoherentes y aburridos.
No pierden las apuestas, aquellos que hablan claro y huyen de las perífrasis y los rodeos, los que saben reivindicar y no someterse, aquellos que prefieren el diálogo y la negociación y no fomentan la subida de la tensión, para que todo termine volando por los aires.
Alimentar la incertidumbre y agravar los enfrentamientos, crea un escenario en el que todo el mundo pierde. Idealizar que lo bueno es lo que perjudica al otro, termina dañando al inductor, y resulta imprevisible en sus resultados e incompetente en sus actuaciones.
Si queremos ganar la apuesta del tiempo y no sabernos que ponernos, pongámonos felices que es lo que más nos favorece . Aprendamos, enseñemos, opinemos, deseemos y rechacemos ponernos a buscar excusas en lugar de encontrar soluciones.
Tendremos muchas posibilidades de ganar nuestras apuestas , si nos queremos siempre el doble, por todas las veces que nos quisieron la mitad, y que cada objetivo que conseguimos , empieza con la decisión de intentarlo , convirtiendo cada día en una nueva oportunidad para hacerlo aún mejor.
Para apostar con éxito, defendamos el trabajo bien hecho, liberémonos de obligaciones innecesarias, no seamos victimas de las presiones y de las prisas, no alimentemos pretensiones insólitas , de cambiar los hábitos insanos ,.
Vivamos sin dobleces y falsedades , en positivo y atrayendo las mejores vibraciones, tomando la iniciativa y sembraremos la ganancia , explorar las pequeñas cosas y encontraremos a las grandes personas, y que entre alabanzas y reproches, las matemáticas nos demuestran que casi todo tiene solución y que con fuerza y optimismo , nuestras apuestas serán más seguras.
