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Una feminista en la cocina

Semen furtivo

Que trastoquen semen ya no es más que un problema judicial, con una posible indemnización millonaria.

Publicado: 27/03/2023 ·
18:52
· Actualizado: 27/03/2023 · 18:55
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Autor

Ana Isabel Espinosa

Ana Isabel Espinosa es escritora y columnista. Premio Unicaja de Periodismo. Premio Barcarola de Relato, de Novela Baltasar Porcel.

Una feminista en la cocina

La autora se define a sí misma en su espacio:

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Recién nacido.

No saben lo qué ha pasado, pero la biología manda. En los Tribunales gaditanos se va a dilucidar qué pasó en una fertilización in vitro en la cual (años después) se ha sabido que el nacido producto de aquella no es biológico del padre que les da sus apellidos. Vamos, drama de Lope de Vega en épocas de informática y porno por Internet. Pero que no es la primera, ni será la última- ya se lo digo yo- que hay niños cambiados porque los trastocaron al devolverlos de las horas del baño o gemelos separados al nacer y otras confluencias varias. Ya no me pincha nada, porque hay gente que deja a sus perros abandonados en casa por más de dos meses, para que se mueran cuidándola o atropella a un ciclista y coge las de Villa Diego, rezando para que no lo trinquen. 

Que trastoquen semen ya no es más que un problema judicial, con una posible indemnización millonaria. Pero, ven, a mí que voy a ser abuela de alguien que querría igual si no llevara mi sangre, lo único que veo peor es cómo crecerá ese crío, sabiéndolo. Entiendo y empatizo, no crean que no, porque esta familia se sometió a un tratamiento, que ya les digo que es complicado, en su lucha para tener un hijo biológico. Un tratamiento caro, lento y con muchas posibilidades de no llegar a buen puerto. Para que te lo costee la Sanidad pública, se deben pasar por muchos filtros. Hay parejas que antes de eso han agotado sus ahorros en la privada. Tener un hijo es uno de los sueños más hermosos de cualquiera pareja que los lleva a intentar cualquier cosa para conseguirlo.  Pero una vez realizado, con la criatura en casa ya todo se olvida, porque pensamos que las horas de sueño perdidas en su cuidado serán lo único que nos preocupará a partir de ese momento. Pero esta familia veía cómo los allegados les reiteraban el poco parecido entre el padre y el hijo, una y otra vez. Hasta que un familiar verificó que los tipos sanguíneos de padre e hijo eran incompatibles. Esa constatación y el dolor recurrente por ella, son las que han motivado la petición de esa indemnización millonaria a la sanidad andaluza. Solo saberlo he recordado una querida amiga que no le dijo a su hija que era adoptada- cosa inconcebible porque los servicios sociales te advierten que el adoptado tiene derecho a conocer sus orígenes desde pequeño. Pero esta familia dejó pasar el tiempo, hasta que en una reunión familiar saltó la bomba. Desde ese día, la niña se volvió huraña, recelosa y plegada en si misma, como sigue muchos años después.

No digo que fuera solamente por eso, pero la verdad no siempre nos hace libres. Quizás si esta criatura hubiera sido más parecida al padre del que lleva sus apellidos, hubiera pasado su vida ignorante de que no lo era. ¿Siempre habría un error en la fecundación? Por supuesto. ¿Deben indemnizarlo? Por supuesto. Pero no estoy tan segura de cómo irá todo ahora, porque el dinero no soluciona todos los problemas, sino que muchas veces los agrava. Estamos en un mundo complicado donde un ocupa- que va a ingresar en prisión- deja a sus perros en la casa que no es suya, como si fueran bolsas de basura cárnicas. Tuvieron suerte los perros de que llegara un notificador e hiciera lo que nadie le obligaba a hacer. Tuvo suerte el ciclista atropellado de seguir vivo y de poder denunciar al desgraciado que lo hizo, para luego darse a la fuga. Suerte la de todos que podamos pleitear cuando nos hacen daño.  Suerte de tener quien nos quiera y nos cuiden, sean o no de nuestra sangre.

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