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Martes 12/11/2024
 
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Andalucía

Atribuyen a España los logros contra el escorbuto, "la peste de las naos"

El ácido ascórbico de los cítricos y cierta variedad de verduras fue introducida como dieta de los marineros, para evitar esta enfermedad

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  • Grabado del siglo XIX de Gustave Doré. -

"Mucho más feroz que todas las batallas navales de la historia" fue el escorbuto, ha dicho a EFE el historiador Vicente Ruiz García, quien en un su último estudio sobre historia de la navegación atribuye a España los principales avances para combatir la enfermedad que por sus estragos en la marinería se conoció como "la peste de las naos".

El ácido ascórbico de los cítricos y cierta variedad de verduras fue introducida como dieta de los marineros, para evitar esta enfermedad, por numerosos médicos y marinos españoles como el misionero agustino y médico de Felipe II Agustín de Farfán, el capitán de comienzos del XVII Mateo Vizcaíno y el jesuita asentado en Nueva España Juan Esteyneffer (1664-1716).

También el cirujano de la Armada Pedro María González, galeno de la Expedición Malaspina, según enumera Ruiz García en su "Españoles contra el escorbuto", publicado por la Universidad de Jaén.

Igualmente actuaron "un buen número de maestres y capitanes de navío que hacían la ruta del Cabo de Hornos a los puertos del Mar del Sur antes de 1750", según el historiador, quien contradice "la idea generalizada durante el siglo XX" de que fueron el médico británico James Lind y su compatriota el capitán James Cook quienes derrotaron a la temible enfermedad.

"No existe un solo descubridor del remedio, sino que éste fue fruto del conocimiento acumulado durante siglos por científicos y marinos, muchos de ellos cirujanos navales, capitanes y maestres españoles que desafiaron durante más de cuatro siglos al mayor enemigo de la navegación a vela", concluye su estudio Ruiz García, quien ha investigado en el Archivo General de Indias de Sevilla.

El historiador también ha incorporado documentos del Archivo del Museo Naval de Madrid, del Archivo General de Marina “Álvaro de Bazán” del Viso del Marqués (Ciudad Real) y de la Biblioteca de la Real Academia de Medicina de Madrid, entre otras fuentes, en su estudio, que lleva el subtítulo de "Empirismo, ciencia y tecnología de los alimentos al servicio de las grandes travesías oceánicas de la Edad Moderna".

Ruiz García precisa en su estudio que, pese a estos conocimientos científicos y avances en la dieta de los marineros, el escorbuto reaparecía periódicamente como ocurrió en la fragata acorazada española Numancia durante su vuelta al mundo en fecha tan tardía como 1864.

El historiador ha comparado los alimentos almacenados en los barcos y llega a la conclusión de que, por ejemplo, el navío Santa Ana, que partió de Cádiz para Cavite el 5 de octubre de 1831, propiedad de la Compañía de Filipinas, eran prácticamente los mismos que los que llevaban los buques de la Armada que hicieron la misma derrota en el último tercio del siglo XVIII.

Pero esos mismos alimentos si se comparan con los víveres de la expedición Magallanes-Elcano, que supuso la primera circunnavegación del Planeta, "es evidente que la dieta a bordo había evolucionado considerablemente".

"Navegar en los últimos veleros que hacían la ruta del Cabo de Buena Esperanza nada tenía que ver con la monótona y poco variada alimentación de las naos que dieron la primera vuelta al mundo a comienzos del siglo XVI", según el historiador.

Para Ruiz García, alimentar y preservar la salud de las tripulaciones en las grandes travesías oceánicas entre los siglos XVI y XVIII supuso "una proeza" y "un reto para la ciencia y la tecnología de los alimentos en la época de los grandes veleros, cuando el viento gobernaba en los mares".

Profesor de Historia, Ruiz García, nacido en Úbeda (Jaén) en 1973, se ha especializado en historia naval, asunto sobre el que ha publicado media docena de libros, entre ellos "Cocina a bordo. Alimentación, salud y sostenibilidad en las largas travesías oceánicas del siglo XVIII". 

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