El lunes cumplió 80 años. En realidad no los aparenta, ni por sus apariciones en pantalla ni por el ritmo de trabajo que mantiene -una película al año-, pero lo cierto es que ya han pasado cuatro décadas desde que lució por primera vez el Magnum de Harry Callaghan, y casi medio siglo desde que se plantaba en coche -a la velocidad que podía y por aquellas carreteras de entonces- desde Madrid a Almería para rodar junto a Sergio Leone. Hoy en día es uno de los directores más respetados y admirados de Hollywood; posiblemente el único realizador vivo que aún mantiene en su cine las constantes de los grandes clásicos, aunque tampoco hay que olvidar que entre los que ahora ensalzan su obra y jalean su nombre se encuentran muchos de los que en la década de los ochenta lo masacraron por sus ideas políticas -repúblicano, seguidor de Reagan, alcalde de Carmel, patriota...- y trataron de degradar su trabajo. Sería una película, de título Sin perdón, la que los redimió de su visión cegadora.