Hace tiempo que no piso la calle, porque, según los médicos, hoy por hoy no me conviene. Por eso he perdido un poco la noción hasta de mi barrio, y vienen a mi mente aquellos versos de Manuel Machado: “Mi calle ya no es mi calle, que es una calle cualquiera, camino de cualquier parte”. Lo cual no quita que el mundo siga girando, que por eso se nos volvió redondo, y acarreando cosas nuevas llenas de vida. Desde la distancia y en este retirado cuarto del manicomio mis amigos los locos procuran ponerme al corriente de todo lo que se fragua ahí fuera, que es bastante. He sentido más que nunca no haber podido estar presente en la VI Noche Dorada de los Esteros, que cada año celebra La Cofradía Gastronómica Isleña “Los Esteros”. Si las cinco ediciones anteriores fueron extraordinarias, me dicen que esta sexta, celebrada el sábado por la noche. ha sido de auténtico sombrerazo. Sigue de protagonista la Dorada, de apodo cariñoso la Zapatilla, aportada por CTQUA, a la que siempre hay que agradecerle su valiosa colaboración.
Gracias al enorme esfuerzo de nuestro presidente Pepe Oneto, con el respaldo y la colaboración incondicional de su Junta Directiva, se ha hecho realidad el sueño de cualquier entidad gastronómica: contaren su fiesta anual con la presencia de José Ramón Andrés Puerta, más conocido como José Andrés, el mejor cocinero del mundo por más señas. Como a mí me cuesta un imperio cogerle el punto a una sencilla tortilla francesa, no dejo de admirar a este tipo de personas que se han curtido en los fogones y cuya buena fama se ha ido extendiendo como la pólvora por el mundo. Ser el mejor del mundo es algo que no es fácil de alcanzar, si no es con sudores y lágrimas y no solamente con reconocimientos y trofeos.En todo caso, debería José Andrés venirse una temporada al manicomio para que por lo menos un día podamos los locos chupetearnos los dedos y el paladar con el trabajo de sus manos.
No es mi intención describir cómose desarrolló la VI Noche Dorada, entre otras cosas porque las molestias no me dejan tranquilo, pero he visto las fotos, los videos y el ambiente que se ha respirado en Celebraciones El Yeyo, que es donde se ha celebrado la VI Noche. Todo ha ido tal como lo había diseñado la Junta Directiva. Conociendo al Yeyo, no ha faltado de nada, desde las tortillitas de camarones hasta el flamenco más puro que se estila en La Isla.
Me ha llamado poderosamente la atención la desbordante simpatía de José Andrés, que junto con las manos que tiene para la cocina y para el capote posee también el don inapreciable de la palabra. La Cofradía lo ha nombrado Cofrade de Honor por sus muchos méritos, así como por la promoción, divulgación y puesta en valor de la gastronomía allá por donde pasa. Y pasa por el mundo entero.Pero yo no puedo pasar por alto ni su sentimiento por La Isla, ni su corazón abierto y cargado de comidas solidarias hacia los más necesitados.
Hoy, a pesar de que yo no esté pasándolo bien del todo, quiero expresar mi felicitación a la Cofradía por renovarse continuamente y por conseguir logros como este que dicen mucho de la categoría de sus socios entre los que me encuentro felizmente.
Me voy para la cocina a contarles a mis amigos que cualquier día se nos cuela José Andrés por las puertas y prepara un fantástico menú aprovechando el total de pastillas que nos meten a diario.